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sábado, 9 de agosto de 2025

Caperucita en Manhattan

Yo no comprendo cómo dice la gente que se aburre. A mí nunca me da tiempo para todo lo que quisiera hacer…

Libro Caperucita en Manhattan

Para mí vivir es no tener prisa, sentir curiosidad y compasión, no decir mentiras, (...) no permitir que nos humillen o nos engañen, no contestar que sí ni que no sin haber contado antes hasta cien (...)  Vivir es saber estar solo para aprender a estar en compañía, y vivir es explicarse y llorar… y vivir es reírse.

He conocido a mucha gente a lo largo de mi vida (...) que en nombre de ganar dinero para vivir, se lo toman tan en serio que se olvidan de vivir.

Quien no ama la vida, no la encuentra.





domingo, 17 de marzo de 2024

La familia


Se preguntó si para defender el silencio hacía falta hablar tanto.

Paqui era una rara, pero un rara inofensiva a la que, una vez mirada, ya no merecía la pena mirar más.

Hablaba dando por sobrentendidos montones de detalles, de modo que nadie se atrevía a preguntar lo que se suponía que ya debía saber, y al final todo quedaba en una nebulosa.

Rosa siente que obedece a un mandato. No de nadie, por supuesto, sino de la persona que anida en su interior, esa desconocida.

Hombres feos, tripones, con trajes que no le quedan bien a nadie, junto a chicas a las que les queda bien todo.



La familia
Sara Mesa

lunes, 20 de junio de 2022

La vida secreta de Sarah Brooks

La culpa será de la editorial...

¿QUIÉN MATÓ A SARAH BROOKS?

La nueva revelación del thriller que conquistará a los nostálgicos de Twin Peaks y los lectores de Joël Dicker y Mikel Santiago.



Como nostálgico de Twin Peaks me aparté el libro para leerlo cuando tuviera un instante, porque 493 páginas es mucha tela. Bien es cierto que hay mucha hojarasca de relleno.


Lo primero que chirría es el título. El libro NO es la vida secreta de Sarah Brooks. Podrían ser los secretos de Sarah o los secretos alrededor de Sarah Brooks.
O, como hace la editorial, centrarlo en una pregunta: ¿Quién mató a Sarah Brooks? Porque eso SÍ es de lo que va el libro.
Sarah Brooks ha sido asesinada. ¿Quién la ha matado? ¿Y por qué?

La imagen de cubierta que eligió la editorial nos cuenta que una chica (Sarah Brooks) VE algo. 
Y lo que ve -en parte- precipita su final.


La imagen que había elegido el autor cuando se auto publicó la novela era diferente (y para mi humilde opinión, mejor).
Por cierto, cuando Santiago Vera se auto publicó, se llamaba Josh T. Baker. 


También me chirrían los fragmentos de los Diarios de Sarah Brooks. Por más memoria que tenga, me parece inverosímil que narre diálogos pormenorizados en su diario. Y lo que en verdad es peor: la "voz" de Sarah en su diario es la misma "voz" del narrador del resto del libro. 

Y eso se hace extensible a los personajes. Da igual si se llama Harry, Barry, Sally, Tommy, Sony... todos 'suenan' igual. Ninguno tiene personalidad, tan solo se diferencian entre sí por los parientes y relaciones familiares que tienen.




** Spoilers **



La novela tiene dos puntos clave, estos:

El reverendo Brown se acuesta con mi madre. ¿Qué voy a hacer ahora?

Papá se acuesta con la madre de tu mejor amiga, XXX. Con la mujer del padre de tu hijo.

La segunda hay que leerla dos veces para entenderla, ¿eh? 😁


El libro tiene un final "fantástico" con la aparición de un ser (o deidad) de los bosques. (Lo que llevó a los avispados de la editorial a pensar en Twin Peaks, ¿verdad, Bob?) Pero justo después da un giro y termina con ese final "justiciero" tan AMERICANO (de USA) del "eye for an eye".
😐

martes, 7 de diciembre de 2021

La bestia

Cuando les dije que aprovechando el puente de diciembre (cuatro días con la biblio cerrada) me había llevado "el Premio Planeta" del estante de reservas para recoger, percibí mucho guiño-guiño-codo-codo de lectores que habían leído La bestia de Carmen Mola o que hacían juegos de palabras con ese título, o amenazaban con hacerme spoiler
La verdad, yo no dije de qué año era el Premio Planeta... Pero supongo que este premio (¿el más famoso?) tiene la vida útil de un periódico deportivo.

Así que antes que pase "la onda", ahí les va algún comentario de... 
La bestia Carmen Mola
Premio Planeta 2021




El libro tiene -oficialmente- 541 páginas (siempre son menos porque hay hojas para rellenar). Yo leí las primeras 350, más o menos, a ritmo normal (1.0) en dos o tres sentadas cada día. Y cada sentada son unas 50 o 60 páginas. Luego, pasados los dos tercios de la novela ya me harté y leí "en diagonal" (a 2.0). Les cuento...
El esqueleto de la novela, la trama, es una narración que cada X páginas tiene un giro efectista (por lo general, una muerte). Esto es lo habitual en los "thrillers" o historias trepidantes. Entre estos puntos álgidos están tramas secundarias para profundizar personajes, ambientación histórica -aquí hay bastante y amena- o para qué ser políticamente correctos: relleno.
Lo que más me interesó de esta novela es el decorado, ese Madrid de 1834, con sus barrios, sus plazas, sus leyendas urbanas... "La casa de Tocáme Roque" es una expresión que yo he usado sin saber (ni preocuparme) por su origen, aquí se nos cuenta su origen y el de otros lugares o personajes que fueron reales y que perviven hoy como expresiones o "folklore local".
Y cuando me cansé de eso, fui a acabar el thriller de una vez.

Muchos thrillers son futuros guiones de series o televisión. En el caso de Carmen Mola eso debe ser casi natural (son guionistas). Pero otros autores escriben así. No digo que escriban "pensando en la adaptación...". Digo que escriben "como si fuera a...". 
Dolores Redondo, Javier Castillo o ese bestseller hoy algo olvidado: Dan Brown (¿Recuerdan el boom de El código Da Vinci?).
Esas novelas de sala de espera de aeropuerto que "atrapan", de capítulos breves terminados en giros, dan mucha vida a la bibliotecas en su momento. Luego se retiran y dejan paso a otras novedades. Hay gente que habla mal de ellas, de su calidad literaria y... Ya cállense: A cada lector su libro, y a cada libro su lector.

La bestia es el primer libro que leo de Carmen Mola y por lo que he percibido (ya de antes de ganar el Premio Planeta y de saber que son tres señores) esas pinceladas "gore" son marca de la casa. 
La bestia arranca con un perro llevando la cabeza cercenada de una niña. Es una imagen potente para arrancar. Luego hay escenas de tortura inquisitorial que rozan lo grotesco y me hicieron pensar en el giallo. Ese "género" o estilo de cine de terror italiano de los 80 en que se pegaban brochazos de pintura roja a chicas desnudas para ambientar crímenes sangrientos. Sangre y desnudos. Un clásico.

En este humilde blog pueden encontrar un comentario sobre Tenebre, un film del gran Darío Argento, maestro del giallo. (Argento era bueno, solo imaginen los directores que NO).

Lo que menos me gustó de La bestia fueron los personajes. O cómo se nos presentan, o cómo se nos cuenta qué hacen y qué sienten. 
En muchas novelas los personajes son un nombre propio y un montón de atributos o características que yo -como lector- debo recordar. A mí el nombre no me dice nada. Me da igual que se llame Lucía, Alicia o Sandra. Así que sí no me dan algo más, cada vez que en la narración aparece un nombre propio en mi mente surge la pregunta: ¿y éste quién es? (y si salen muchos, la pregunta es: ¿y éste quién puñetas es?). 
Quizás la culpa sea mi capacidad de concentración. O quizá no.


Y ahora, spoilers...

Fotaza


Clara es el personaje culpable, directa o indirectamente, de la muerte del 90% de los otros personajes que mueren en la novela. Desde su madre a su hermana y de todos los que mueren entre medio. ¿Y ella sobrevive? Muy mal, muy mal.

._.


El libro que me lleve del estante de reservas volverá allí antes de abrir la biblioteca el jueves 9 de diciembre. No sufran.

lunes, 15 de noviembre de 2021

Los nombres propios



Te resulta extraño que tantas cosas hayan empezado sin ti, y haces un esfuerzo por coger el ritmo y estar ya en la vanguardia de los acontecimientos.

Lo recuerdas claramente como nunca fue.

La responsabilidad no te gusta a menos que la elijas tú; y en la vida de los hijos uno no elige nada y se responsabiliza de todo.

Mamá está todo el tiempo, así que no la ves.

Y la ansiedad. La ansiedad por que las cosas salgan bien. La ansiedad por que las cosas salgan como tú quieres. La ansiedad es querer controlar el futuro.

Hay un momento en que los padres comienzan a obedecer a los hijos.

Pero si te vas a los confines solitarios del mundo cuando necesitas un abrazo no va a haber nadie para dártelo.

La libertad, la virginidad o la salud: palabras que solo se entienden cuando se pierden.

El deseo más absurdo, más estéril: querer que el otro quiera.

Te va a costar darte cuenta de que pueda no apetecerte.

El amor y la adolescencia: escuchar durante horas música que detestas con obsesión ciega.

Cuando se tiene la libertad de responder cualquier cosa, ninguna pregunta sienta mal.

Se debería ser padre antes que hijo.

Un día vas a irte de casa y tu abuela va a estar muerta, y en cada gesto doméstico la vas a ver a ella como la ves ahora.

Escribir y limpiar. Se hacen por una mezcla rara de inercia y de necesidad. Son arduo trabajo no remunerado. Al que nunca lo ha hecho le parece sencillo. Si dejas de hacerlo durante seis días, estás incómoda; si lo abandonas más de doce, el caos empieza a dominar tu entorno; si aguantas veinte días, el espacio que te rodea se vuelve insoportable.

Escribir y limpia: la entrega, la atención y el esmero sin esperar nada a cambio, con el simple propósito de hacer el mundo un poco más habitable.

Para que las cosas terminen hay que atravesarlas. Si algo se esquiva, sigue ahí. Si algo se atraviesa, se disipa.

Porque tú te adelantes, las cosas no se adelantan.

Quieres que pase el golpe. Pero la vida no tiene un orden, acuérdate. Después de este golpe vendrá otro. Y después, otro. Va a ser un año malo. A veces pasa: a veces hay años malos. Yo me voy a tener que ir. Es tu vida. Estás sola.

¿Habrá alguien para abrazarte en la cama por la noche el día que se muera tu madre?



Los nombres propios
Marta Jiménez Serrano

lunes, 1 de noviembre de 2021

Viento del Norte

 


Cuando por fas, cuando por negad, siempre andaban armando revuelo aquellas gentes.

En casa del pobre el lujo sobra.

-¿Qué nombre le pondréis?
-Y cualquiera le servirá, pobriña. Si no tiene apellido, de nada ha de servirle el nombre, aunque por algo hay que llamarla.


-¿Ves, sobrino? La historia no pienses que la puedas hacer tú. Éstos la escriben, los árboles, los valles, las montañas. ¿Cuántas cosas podría contar el castillo?

... soplaba el tumbaloureiro...

Y se embebía tanto en la lectura que parecía olvidar la enfermedad, la muerte al acecho, la juventud perdida.

-... Y a saber que puede una encontrarse en el camino, que anda mucho malo suelto, y no se está en ningún sitio como en casa...

Desde pequeña sintió Marcela que si el amo velaba, no era posible que nada sucediera.

El íntimo contacto con la Naturaleza fecunda en el alma la armonía de las palabras.


¿Para quién trabajo? ¿Para qué?... El mejor día se me acaba la vida, ¿y qué?

Nunca como ahora sintiera aquella desazón por atrapar el tiempo que se le iba.


Vivía demasiado contenido; quiso ignorar a la vida, y la vida le trasteaba, le cogía y le enfrentaba con la mujer: "Mira".

Pero la carne cuando clama, o se la acalla o ensordece.


Lo único que contaba es tener pocos años detrás de uno, y un corazón alegre, y poder acercarse a una moza de rojo pelo y verdoso mirar, para enamorarla.

Lo hombruno es la madera, y la piedra, y la plata, y no todas esas cosas transparentes que parecen para criadas. Antes, en los serrines de las ferias, buscábamos cosas así para embaucar a las mozas.

Cuando el sol asomaba por la ventana abierta, se levantaba, presuroso, decidido. No quería retrasarse en hacerlo, u holgazanear entre las sábanas, porque temía dejarse llevar por su deseo. Y su deseo hubiera sido, cerradas las ventanas, procurar dormir días y días, hasta despertarse una buena mañana con el corazón ligero...

Eran los últimos días del verano, de una dulzura ponzoñosa: parecía que el tiempo se resistía a marcharse, que algo se iba, definitivamente. Nunca hasta ahora sintiera Álvaro esta desesperanza por lo que no volvía.

A doña Lucía, a veces, escuchando los juramentos de eterna fidelidad musitados por Joaquín a su hija, se le enturbiaba la vista, recordando un tiempo ya ido, en que fue ella quien escuchara, palpitante, las palabras que, entonces, creyó nuevas para ella, inventadas para ella. Hoy las oía repetir a su hija, y en todos los lugares del mundo, un hombre junto a una mujer susurraría las mismas palabras...


-Te ha gustado siempre complicarte la vida. Pero, en fin, como esta temporada andamos todos como locos, uno más...


¿Qué importaba su vida gris, recóndita? ¿Qué importaba no tener un aliento humano junto al suyo? Para el tiempo que pasa y pasa, inexorable, para todo lo que perdura tras la muerte, ¿qué importaba, ni siquiera, ver su obra concluida?

No se hallaba solo, porque supo, ahora, que la soledad tiene sentido cuando la vida interior es rica en personajes, y él llevaba en su alma la compañía de muchos peregrinos, gentes de corazón sereno.


No existen más escalones que los que nosotros nos empeñamos en decir que subimos y bajamos.

El agua caía y caía, siempre igual, ajena a su desgracia, y a todas las desgracias del mundo.

Quizás algún día, cuando haya llegado a la perfecta hombría, entienda, como yo hoy, el lenguaje oculto de las cosas inanimadas. Pero ¿eran realmente inanimadas?


Pero que no es lo mismo tenerla para el yantar y el yacer, que llevarla a su lado por el mundo, por ese sector del mundo que a él le corresponde y a ella no.

Uno creía que vivía; uno creía que marchaba por la vida: absurdo. La vida marchaba por uno, le cogía, le atravesaba, pasaba. Y uno se dejaba coger, pasar y atravesar, traer y llevar, sacando la cabeza, ridículamente presuntuosa: Yo hago. Yo digo. Yo soy.

A unos, la vida los lanzaba a un estercolero; a otros, los levantaba sobre los demás. Todos, todos iguales, a fin de cuentas; cuando la vida dejaba de pasar, todos iguales.

Hay que invitar y favorecer a los que pueden convenirle, y dejarse invitar por los que, a su vez, eterna rueda, esperan de él algo.




Viento del Norte
Elena Quiroga

Esta lectura formaba parte del Reto Lector: Efemérides 2021


Existe una adaptación al cine de esta novela.
Viento del Norte (1954) dirigida por Antonio Momplet.
Con Maria Piazzai (Marcela) y Enrique Diosdado (el Amo)
Las imágenes que ilustran el post son de esa película.

sábado, 2 de octubre de 2021

Nada



Te podía haber pasado algo. Aquí vive la gente aglomerada, en acecho unos contra otros.

¡Cuántos días sin importancia!

Cuando se es pobre y se tiene que vivir a costa de la caridad de los parientes, es necesario cuidar más las prendas personales. Tienes que andar menos y pisar con más cuidado...

Tuve uno de esos momentos de desaliento y vergüenza tan frecuentes en la juventud, al sentirme yo misma mal vestida, trascendiendo a lejía y a áspero jabón de cocina.

El día de Navidad me envolvieron en uno de sus escándalos; y quizás porque hasta entonces solía estar yo apartada de ellos me hizo éste más impresión que otro alguno.

Por la necesidad que sienten los seres poco agraciados de pagar materialmente lo que para ellos es extraordinario: el interés y la simpatía.

Pensé que cualquier alegría de mi vida tenía que compensarla algo desagradable.

-Hija -dijo la abuela, moviendo la cabeza- no todas la cosas que se ven son lo que parecen.

-Si necesitara amigos los tendría, los he tenido y los he dejado perder. Tú también te hartarás de todo...

Yo no sabía por qué aquella terrible indignación contra ella subía en mí...

La verdad es que eran como pájaros envejecidos y oscuros, con las pechugas palpitantes de haber volado mucho en un trozo de cielo muy pequeño.

Ni siquiera se me ocurría pensar que estaba histérica por la falta de alimento.

Aquél iba a ser un día de esos que en apariencia son iguales a los otros, inofensivos como todos, pero en los que, de pronto, una ligerísima raya hace torcerse el curso de nuestra vida en una época nueva.

Entonces era lo suficientemente atontada para no darme cuenta que aquél era uno de los infinitos hombres que nacen sólo para sementales y junto a una mujer no entienden otra actitud que ésta. Su cerebro y su corazón no llegan a más.

La vida volvía a ser solitaria para mí. Como era algo que parecía no tener remedio, lo tomé con resignación.

Se aguantan mucho mejor las contrariedades grandes, que las pequeñas nimiedades de cada día.

Me aterraba pensar en cómo los elementos de mi vida aparecían y se disolvían para siempre apenas empezaba a considerarlos como inmutables.

Toda mi vida he estado huyendo de mis simples y respetables parientes...

Siempre se mueve uno en el mismo círculo de personas por más vueltas que parezca dar.

Entonces era demasiado fácil herirme.

Me parecía que de nada vale correr si siempre ha de irse por el mismo camino, cerrado, de nuestra personalidad.

Llorar en soledad era lo único que a mí, en mi adolescencia, me estaba permitido. Todo lo demás lo hacía y lo sentía rodeada de ojos vigilantes...

Cada tormento físico que sentía me parecía una nueva brutalidad de la vida añadida a las muchas que había tenido que soportar.

Yo era una mujer desequilibrada y mezquina. Insatisfecha y egoísta...

Si aquella noche -pensaba yo- se hubiera acabado el mundo o se hubiera muerto uno de ellos, su historia hubiera quedado completamente cerrada y bella como un círculo. Así suele suceder en las novelas, en las películas, pero no en la vida...

Ella respiraba tranquila, como el niño que sale del casa del médico.

Cuando he sido demasiado sublime una temporada, tengo ganas de arañar... De dañar un poco.

Pensaba que los secretos más dolorosos y más celosamente guardado son quizás los que todos los de nuestro alrededor conocen.

Pensé que cuando empezara el nuevo curso lo haría en la misma soledad espiritual que el año anterior. Pero ahora tenía una carga más grande de recuerdos sobre mis espaldas.

La verdad es que era todo tan espantoso que rebasaba mi capacidad de tragedia.


Nada
Carmen Laforet

Esta lectura formaba parte del Reto Lector: Efemérides 2021

miércoles, 31 de marzo de 2021

España invertebrada



España es una cosa hecha por Castilla.

Empezando por la monarquía y siguiendo por la Iglesia, ningún poder nacional ha pensado más que en sí mismo.

Debo confesar que sufro verdaderas congojas oyendo hablar de España a los españoles.

Lo que va a ser la verdadera y definitiva solución de una crisis profunda es lo que más se elude y a lo que mayor resistencia se opone.

Solo con la fuerza no se ha hecho nunca cosa que merezca la pena.

Prestigio ganado en un combate evita otros muchos, y no tanto por el miedo a la física opresión, como por el respeto a la superioridad vital del vencedor.

Los que tienen de estos movimientos secesionistas pareja idea, piensan con lógica consecuencia que la única manera de combatirlos es ahogarlos por directa estrangulación: persiguiendo sus ideas, sus organizaciones y sus hombres.

Lo que la gente piensa y dice -la opinión pública- es siempre respetable, pero casi nunca expresa con rigor sus verdaderos sentimientos. La queja del enfermo no es el nombre de su enfermedad.

Todo oficio u ocupación continuada arrastra consigo un principio de inercia que induce al profesional a irse encerrando cada vez más en el reducido horizonte de sus preocupaciones y hábitos gremiales.

La idea de que el útil va a ser un día usado es necesaria para cuidarlo y mantenerlo a punto.

Particularismo es aquel estado de espíritu en que creemos no tener por qué contar con los demás.

Cuanto más hondo, sabio y agudo sea un escritor, mayor distancia habrá entre sus ideas y las del vulgo.

En un país donde la masa es incapaz de humildad, entusiasmo y adoración a lo superior se dan todas las probabilidades para que los únicos escritores influyentes sean los más vulgares; es decir, los más fácilmente asimilables; es decir, los más rematadamente imbéciles.

Cuando lo que está mal en un país es la política, puede decirse que nada está muy mal.

La sospecha de que alguien pretenda entender de algo un poco más que él, le pone fuera de sí.

No entiendo como se pudo llamar reconquista a una cosa que duro ocho siglos.



España invertebrada
José Ortega y Gasset

Esta lectura formaba parte del Reto Lector: Efemérides 2021

sábado, 27 de febrero de 2021

La tía Tula



-Pero no hace falta conocer a un hombre para decir lo que le parece a una de él.
-A mí, sí.
-Pero lo que se ve, lo que está a la vista...
-Ni de eso puedo juzgar sin conocerle.

Disfrutaban de un pequeño patrimonio que les permitía sostenerse en la holgura de la modestia.

Vuestra felicidad necesita de testigos; se os acrecienta la dicha sabiendo que otros se dan cuenta de ella.

Vivo en perpetuo sobresalto, temiéndolo todo.

¿Por qué no había de hacer él, y mejor, lo que cualquier mentecato, enclenque y apocado hace? 

Sólo en el teatro y en las novelas se oye el yo te amo; en la vida de carne y sangre y hueso el entrañable ¡te quiero! y el más entrañable aún callárselo.

-¿Y cómo no fuiste monja?
-No me gusta que me manden.

La ciudad es monasterio, convento de solitarios.

Ella sería el báculo de todos los que la rodearan; pero si sus piernas flaquearan, si su cabeza no le mantuviese firme en su sendero, si su corazón empezaba a bambolear y enflaquecer, ¿quién la sostendría a ella?

La pobre está asustada..., nació asustada... Te aprovechaste de su susto...

Y murió como había vivido, como una res sumisa y paciente, más bien como un enser.

-Pues vuélvase usted a casar.
-A eso voy.
-¡Ah! ¿Y busca usted consejo de mí?
-Busco más que consejo.

Cuando una no es remedio es animal doméstico, y la mayor parte de las veces ambas cosas a la vez! Estos hombres... ¡O porquería o poltronería!

Pero ella había pasado por el mundo fuera del mundo.

Poníase triste y como preocupada en espera de que le preguntasen qué era lo que tenía, y como nadie se lo preguntaba sufría con ello.


La tía Tula
Miguel de Unamuno 

Esta lectura formaba parte del Reto Lector: Efemérides 2021


martes, 8 de diciembre de 2020

Las barbas del profeta



Aunque en el lenguaje coloquial se atribuye al ángel de la guardia la prevención de accidentes, las estadísticas de muertos en carretera dicen poco a favor de estos encargados de la vigilancia.

En cambio no dejaba de resultarme interesante e incluso conmovedor que durante los cuarenta días y cuarenta noches, que es lo que duró el diluvio, hubo entre los ocupantes del arca un pacto de no agresión.

La Navidad, es un momento mágico para un niño, la transformación efímera de la vida cotidiana en la fantasía de lo que debería ser el mundo si el mundo estuviera a la altura de nuestras ilusiones.


Las barbas del profeta
Eduardo Mendoza

martes, 1 de diciembre de 2020

Dicen los síntomas

 



El silencio es blanco.

Se niega a decodificar sus palabras, como si así pudiera mantenerse a salvo de su significado.

el egoísmo patológico no afecta al portador sino a sus convivientes.

Las horas discurren lentas en el hospital, pero los días se suceden veloces.

Pasó a ser un objeto precioso que había que resguardar de las inclemencias de la realidad, qué importaba si para ello había que sacrificar a algún otro miembro de la familia menos perentorio.

es el único tiempo posible: un limbo que se extiende desde que aprendemos que somos mortales hasta que lo comprobamos.

Ignoro si la sequedad que nos muestra es propia de su falta de educación o fruto de algún desprecio concreto hacia nosotros.

-¿Y si pasa algo justo cuando no estoy?
Así podría resumirse su vida: lo importante sucediendo en su ausencia.

Mamá y sus giros sin señalizar, como si el resto viviéramos en su cabeza, y como si tuviéramos que estar siempre atentos para anticiparlos y proseguir el delirante trazado de su mente sin sobresaltos.

Para un enfermo, su dolencia supone un suceso extraordinario, acaso el acontecimiento más importante de su vida, el que podría conducirlo por un pasadizo secreto hasta la muerte. Y el médico se empeña en convertirlo en rutina, en odioso protocolo, quiere domar sus síntomas, negar la autoría de su enfermedad, que no le pertenezca al paciente sino a la ciencia.

La simpatía nunca es portadora de buenas noticias.

Estar enfermo es vivido en nuestra sociedad como una debilidad deshonrosa, el símbolo del fracaso por excelencia, así que mejor quédate en casa, mejor reclúyete en un hospital, mejor muérete en privado.

Cuántas humillaciones de hospital seremos capaces de soportar.

Es curioso que, en estos tiempos individualistas, sea precisamente la soledad la que esté bajo sospecha.

Él sabe que tiene cáncer. Por supuesto ya lo sabía, pero sólo ahora que yo lo sé, él lo sabe también.

Hay muchas clases de pacientes, pero sólo dos clases de enfermeras: las de la Stasi y los ángeles caídos del cielo.

El mejor criterio para determinar la calidad de un libro: si no le interesa a un condenado a muerte, no es bueno.

La fortaleza de los débiles es extraordinaria, cuando piensas que van a desmoronarse y no incorporarse nunca, entonces aprietan el paso.

Ha consumido su tiempo en evitar más que en conseguir, en negar más que en afirmar.

Hay más bacterias en la boca de una sola persona que seres humanos viviendo en el planeta Tierra.



Dicen los síntomas
Bárbara Blasco

martes, 10 de noviembre de 2020

La chica de nieve



Lo peor siempre se fragua sin que lo puedas intuir.

Tampoco me gustaba sentirme localizable todo el tiempo.

En un mundo iluminado una zona sombría es una señal.

Cuando estaban juntos, solo existía lo único que no tenían a su lado.

Porque cuando estás hundido es imposible sentir amor, porque si te duele el alma tu corazón solo busca culpables en todo lo que te ocurre.

La gente se mostraba ávida de noticias instantáneas, de sucesos a los que prestarles atención durante unos minutos y olvidarse.

Como si el dolor fuese algo accesorio con lo que se podía vivir.

La alegría te hace creer que estás acompañado, la tristeza; en cambio, que siempre estuviste solo.

Mentimos para ocultar la verdad o para no hacer daño, pero también porque esperamos que la mentira sea real.

A veces los malos tiene que pagar, ¿no es así?

Cuando haya algo que celebrar, agárrelo, amigo, y hágalo. Porque las cosas malas están ahí, esperando, y el calendario entero se llena de ellas sin que te des cuenta.

El mundo entero parecía perderse por el sumidero y nadie hacía nada por remediarlo.

Si el mundo se viene abajo es porque las buenas personas se marchan antes de tiempo.

Ese era el mayor error que podía cometer un padre, cortarle las alas a un hijo para que no pudiese volar.


La chica de nieve
Javier Castillo

martes, 3 de noviembre de 2020

Las maravillas

Las maravillas
Elena Medel

De este libro no habrá citas, o como yo lo llamo, "subrayados digitales". Abandoné la lectura.

Nada más empezar ya me perdí. No sabía quién era quién, ni qué personaje hablaba. Tampoco supe ver hacia donde iba (si es que iba hacia alguna parte).
Cuando estaba casi a la mitad me detuve.
Esperé a ver el capítulo 506 de Página 2 en el que la autora estaba invitada.
Contó de qué iba el libro.
Va de dos mujeres, en dos tiempos...

Reconocí los nombres de esos personajes. Los reconocí en la maraña del esquema mental que se me había ido formando al ir leyendo.
Bueno, vamos a intentarlo de nuevo.

Pero no. Será el libro. Seré yo. Será el momento. 
Sigo perdido. Me irrita y me resulta molesto. Ya basta. 
No decido abandonar, sino que abandono seguir (se parece, pero no es lo mismo).

Aún así, hay una escena de este libro que permanecerá en mi memoria. La tal Alicia colgada del tobillo. 


martes, 27 de octubre de 2020

Un tío con una bolsa en la cabeza



Antes el plástico era plástico. Y la basura era basura. Ahora la basura no existe.

Y las cosas que se dicen por decir son mentira la mitad de las veces.

Tú no eres mucho de bibliotecas, pero para algo ejerciste cuatro años de concejal de Cultura.

Supongo que uno cena viendo la tele cuando no quiere recordar que no hay nadie.

De la suciedad del trabajo honrado no se avergüenza uno nunca.

Murió cuando iba a poder empezar a vivir. Mi viejo, digo.

Se perfuma a los viejos como se perfuman las bolsas de basura. Porque todos los viejos huelen a muerte.

Más vale un por si acaso que diez si lo llego a saber.

Con Sonia no sé que haré, porque ha salido filóloga y vete a saber dónde se puede enchufar a un filólogo, para qué sirve en un sitio como este. A lo mejor en la biblioteca...

La única dificultad es averiguar a qué persona hay que pagarle.

No hay mayor tirano que un enano con un látigo en la mano.

Entonces él me soltó un argumento que tenía fuerza, la verdad.

Todo es pasta que se reparte. Siempre pasta. Con pasta se soluciona todo. O eso es lo que creen los que no tienen pasta.


Un tío con una bolsa en la cabeza
Alexis Ravelo

martes, 13 de octubre de 2020

Un amor

 


Fue ella quien pidió un perro y ahí lo tiene. Ahora no puede -no debe- decir -y n siquiera pensar- que no lo quiere.

Cuanto menos escriba uno su nombre verdadero, mejor, bromea.

Bueno, le dijeron, a veces uno no sabe por qué hace lo que hace, ¿verdad?

Sabe que se está poniendo excusas para no afrontar el problema.

¿No es claramente inferior? Inculto, sucio y pobre, ¿Qué daño puede hacerle? ¿Por qué le afecta tanto?

Los días se suceden y el cansancio se acumula.

Repetir es profundizar.

Cuando ella le pregunta algo, cada una de sus respuestas suena siempre a final, marcando de antemano la inconveniencia de continuar.

Entre todas las interpretaciones posibles, Nat escoge la peor.

Ostenta el poder de la víctima.

Hace exactamente el mismo recorrido que hicieron entonces, pero no para recuperar las mismas sensaciones, sino justo al revés, para borrarlas y escribir otras nuevas sobre ellas.


Un amor
Sara Mesa

martes, 6 de octubre de 2020

Fin de temporada

 



Lo que consiguiera ser en lo años siguientes lo sería ya para siempre.

Porque, desde la perspectiva de ella, cualquier paso que diera ya sólo podía ir en la dirección incorrecta, la de emanciparse y tomar sus propias decisiones, la de convertirse en adulto, cosa que nunca le sería perdonada.

Por mucho entusiasmo que pongas en algo, el resultado puede ser decepcionante.

Las casas también mueren cuando mueren sus ocupantes.

Las otras vidas con las que había fantaseado no existían, y ésa era su única vida posible.

Saber nos hace diferentes, nos convierte en otras personas. ¡Cómo me gustaría a mí no saber algunas cosas que ahora sé y seguir siendo el mismo!

Al final el pasado siempre acaba encontrándote...

Los recuerdos se desvanecían pero el dolor seguía.


Fin de temporada
Ignacio Martínez de Pisón


lunes, 28 de septiembre de 2020

La buena suerte

 



A decir verdad, tienen la esperanza de que esté muerto. Cualquier otra excusa más liviana les parece por completo inaceptable.

Nadie cambia a nadie.

Qué deprisa pasa el tiempo cuando no haces nada.

Mira los pasillos del supermercado, recién reabastecidos, y experimenta, como siempre, el consuelo del orden.

Borrarte. Que él no se acuerde de ti. Que no te ve.

La aprensión que siente, porque está asustado, no se resuelve con un cerrojo nuevo. 

Un manto de maldad recubre el mundo.

Porque para encontrarle un sentido a la muerte hay que encontrarle antes un sentido a la vida. Y su vida ha sido tan pequeña...

Qué injusto que los humanos estemos tan llenos de grandiosos afanes y que luego la realidad sea tan chiquita.

Inventar consuela.

Forzar una apoteosis sentimental de cine puede arruinar una realidad pequeña pero hermosa.

Dormir sin miedo.

La buena suerte
Rosa Montero

sábado, 19 de septiembre de 2020

Patria

 



Distinguió una cara conocida. Sin dudarlo, cambió de acera.

Para qué callar lo que siento si, aunque me calle, no voy a dejar de sentirlo?

Los turnos de mañana le resultaban menos fatigosos. Sale uno del trabajo con la ilusión de las horas libres que le quedan por delante.

Él decidió dirigirse primero de todo a la biblioteca. ¿Y eso? Pues porque los libros le iban a estorbar y para no levantar sospechas.

Nos esforzamos por darle un sentido, una forma, un orden a la vida, y al final la vida hace con nosotros lo que le da la gana.

uno doméstico, monótono, de persona que no interesa ni gusta a nadie, de persona que experimenta vivo rechazo de sí misma delante del espejo.

Ella ha llamado. Casi las diez serían. Le he colgado.
-Pues ayer estuvisteis en la cafetería.
-Ayer fue ayer, hoy es otro día. Ya no hay amistad. Ve haciéndote a la idea.

En este país se arreglan demasiadas cosas a hostias. Así nos va.

Si no hablas euskera, no eres vasco, aunque formes parte de ETA.

El odio le servía a Joxe Mari de refresco en los bochornos estivales, de calefacción en las noches de invierno. Lo insensibilizaba contra cualquier indicio de sentimentalismo. De haber podido matar con la mirada, no se lo habría pensado.

Constató: pedir perdón exige más valentía que disparar un arma, que accionar una bomba.


Patria
Fernando Aramburu