Mostrando entradas con la etiqueta Lit. francesa. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Lit. francesa. Mostrar todas las entradas

martes, 29 de abril de 2025

El Uso de la foto

La desenfrenada plasmación en imágenes de la existencia


Como si hacer el amor no bastara, como si hiciera falta conservar su representación material, seguimos tomando fotos.

Como si lo que habíamos pensado hasta entonces para conservar la huella de nuestro momentos amoroso, las fotos, no fueran suficientes e hiciera falto algo más, la escritura.

Decir "tengo quimio mañana" se convirtió en algo tan natural como "tengo peluquería" el año anterior.


Es mi imaginario el que descifra la foto, no mi memoria.

Las casas conservan la memoria de lo que ha pasado en ellas.

Ninguna foto transmite la duración. Nos encierra en el instante. La canción es expansión en el pasado, la foto, finitud. La canción es el sentimiento feliz del tiempo, la foto, su dimensión trágica. A menudo he pensado que se podría contar toda una vida solo con canciones y fotos.



El uso de la foto 
(L'Usage de la photo.)
Annie Ernaux & Marc Marie
Traducción: Lydia Vázquez Jiménez
Cabaret Voltaire (2018)

martes, 29 de junio de 2021

La educación sentimental



Creía que la felicidad merecida por sus dotes espirituales tardaba en llegar.

Entonces era costumbre vestirse con ropa vieja para el viaje.

Pensaba que tendría que dejarla muy pronto, irrevocablemente, sin haberle arrancado una palabra, sin dejarle ni siquiera un recuerdo.

Había tenido que robar la llave para procurarse libros.

Quizás era mejor ir directamente al grano, ¿declararle el amor? Así que escribió una carta de doce páginas, llena de efusiones líricas y de apostrofes; pero la rompió y no hizo nada, no intentó nada, inmovilizado por el miedo al fracaso.

Le parecía, sin embargo, que merecía que le quisieran.

Nada hay tan humillante como ver a los tontos triunfar en las empresas en que fracasamos.

La conciencia que él valía más que aquellos hombres atenuaba la fatiga que le producía mirarlos.

Él prefería todos los sufrimientos a la horrible situación de no volver a verla.

Considerándose como un hombre muerto, ya no hacía absolutamente nada.

Manifestó su resolución formal de vivir en París.
-¿Qué vas a hacer allí?
-¡Nada!
La señora Moreau, sorprendida de sus maneras, le preguntó qué quería ser.
-Ministro -replicó Frédéric.

Frédéric entonces se estremeció lleno de una tristeza glacial, como si hubiera visto enteros de miseria y desesperación.

Lo otros, por no aparentar que no entendía nada, hacían signos de aprobación y compraban.

Profundizando en la personalidad de los otros, olvidó la suya, lo cual es la única manera quizás de no sufrir.

-Soñé que usted estaba gravemente enferma, próxima a morir.
-¡Oh!, ni yo ni mi marido estamos nunca enfermos.
-Yo no soñé más que con usted -dijo él.

Pero lleno de deseos contradictorios y sin siquiera saber lo que quería, sentía una tristeza desmesurada, ganas de morir.

Nos refugiamos en la mediocridad cuando desesperamos de alcanzar lo bello que hemos soñado.

Hasta las personas más formales, a veces, tienen faltas.

No somos tan tontos como para dejarnos matar por la causa de los burgueses.

Pasaron años; y seguía soportando la ociosidad de su inteligencia y la inercia de su corazón.




La educación sentimental
Gustave Flaubert

Esta lectura formaba parte del Reto Lector: Efemérides 2021


martes, 1 de junio de 2021

El crimen de Sylvestre Bonnard




-Es un libro histórico -me dijo amablemente-, un libro de historia verdadera.
-En ese caso -respondí- será muy aburrido, porque los libros históricos que no mienten resultan fastidiosos.

¿Para qué necesitarán un hijo esas gentes?
-Teresa -la respondí-, sin duda no lo necesitan para nada, pero la Naturaleza quiere que lo tengan y les ha hecho caer en su lazo.

No se sabe de dónde ha venido, pero estoy cierta de que llegaron del país de la Frescura en el coche de la Miseria.

Una cara bonita es una maldición del cielo.

Quien vive poco, cambia poco, y no es vivir emplear los días en el estudio de textos antiguos.

Hoy me siento más empapado que de costumbre en esa vaga tristeza destilada por la vida.

El pobre que vive sin ansias posee el mejor de los tesoros: se posee a sí mismo. El rico ambicioso es un miserable esclavo.

Somos eternamente niños, y se nos antojan sin cesar nuevos juguetes.

La señora y su acompañante serán personas ricas de las que pasean su aburrimiento por el mundo. Debemos compadecer a los ricos; sus bienes los rodean, pero sin penetrarlos; en su interior son pobres y carecen de todo. Es lamentable la miseria de los ricos.

Mucho se aprende en los libros, pero se aprende mucho más a través de países diversos.

Bonnard -me dije- un viejo, que pasa como tú la vida entre libros, no sabe hablar con las mujeres.

Para que yo recibiera hoy felicitaciones cariñosas, tendrían que salir de la tierra, puesto que todos los que me querían están enterrados.

Bonnard -me decía-, descifras textos antiguos pero no sabes leer en el libro de la vida.

Yo he construido mi ensueño en mi biblioteca, y cuando me llegue la hora de abandonar eres mundo, ¡ojalá me encuentre Dios sobre mi escalera frente a los estantes repletos de libros!

El esfuerzo que hacemos los sabios para retener y conservar las cosas muertas, es un esfuerzo penoso y vano.

La sabiduría no es nada, la imaginación lo es todo. Sólo existe lo que se imagina.

Se engañaba a sí mismo antes de engañar a los demás, y sin duda en esto consistía su mayor destreza.

Una de esas mujeres caníbales que el capitán Cook describe en sus viajes, desnudas, tatuadas, con un anillo en la nariz y complacidas en devorar carne humana.

"consintió en morir". El magnífico Goethe, cuya fuerza vital era extraordinaria, creía en efecto que cada uno muere cuando le place.

¿Cómo no vivir agitado entre esos libros que a todas horas excitan mi curiosidad y la fatigan sin satisfacerla?

Le ruego que si siente deseos de oponer algunas objeciones a mi réplica, suprima las animosidades y trate con más amabilidad a este viejo.

No te quejes, Octavio y reflexiona.
Pides respeto, y tú nada respetas.

El arte de la enseñanza estriba en saber despertar curiosidades en las inteligencias juveniles y en satisfacerlas después.

Cuando usted haga para vivir aquí sin odio y sin amargura, la servirá para vivir algún día en paz y dichosa en su casa.

Fuiste un imbécil por haber puesto atención en lo que decía, dos veces imbécil por haberle oído; y tres veces imbécil por retener en la memoria lo que valiera más no escuchar.

Las personas decentes, según ella, no van a comer al restaurante.

No será una avaricia altiva ni un orgullo egoísta lo que me obligue a destruir este monumento de una vida humilde, sino el temor de que las cosas que fueron para mí queridas y sagradas resultan, por falta de arte, vulgares y ridículas.

Me cree usted fuerte porque resistí asaltos que hubieran matado por completo a personas de condiciones distintas y que a mí sólo me han matado a medias.

La tranquila indiferencia es la más grande virtud.

A nadie en el mundo se respeta tanto como a un viejo avaro.

Todas las mudanzas, incluso las más deseadas, producen melancolía. Es lo que abandonamos una parte de nosotros mismos. Hemos de morir a una vida para entrar en otra.



El crimen de Sylvestre Bonnard
Anatole France

Esta lectura formaba parte del Reto Lector: Efemérides 2021

sábado, 15 de mayo de 2021

Las flores del mal

 




Nuestras faltas son tercas, nuestro pesares, flojos;
cobramos alto precio por nuestras confesiones
y, en el fondo, creemos lavar nuestras acciones
con el infame llanto que arrasa nuestros ojos.
Al Lector


Precisas por ganar el trozo de pan diario
tal como un monaguillo mover el incensario,
y entonar los Te Deum que no te inspiran nada,

o saltimbanqui hambriento, lucir todo tu encanto
y desatar tu risa, que oculta amargo llanto,
para arrancarle al vulgo su ruda carcajada.
La musa venal


Nada alegra estos muros que encierran mis despojos.
El mal monje


¡Oh dolor! ¡Oh, dolor! ¡Come el Tiempo la vida,
y el obsceno enemigo que roe el corazón
crece y se torna fuerte con la sangre perdida!
El enemigo


Yo reino en el azur, esfinge postergada;
mi blancura es de cisne y mi corazón, nieve;
porque enreda las líneas, odio lo que se mueve
y no río jamás, y no lloro por nada.
La belleza


-¡Ella llora, insensato, sólo porque ha vivido!
¡Y porque vive aún! Mas lo que ella deplora
más, y que la estremece y humilla de mil modos,
es que habrá de vivir mañana, ¡hora tras hora!
¡Y pasado mañana, y siempre! ¡Como todos!
La máscara


El amante de bruces sobre el cuerpo que ama
semeja un moribundo que su tumba acaricia.
Himno a la belleza


¡Sí! Vos seréis así, reina de todo encanto, 
tras el último sacramento,
cuando bajo las hierbas del viejo camposanto
os pudráis, y del musgo lento.
Una carroña


En el cubil de mi profunda pena,
donde el Destino ya me ha relegado
y un sol rosa y feliz no ha penetrado,
y la inhóspita Noche me enajena,
Un fantasma


La Dolencia y la Muerte hacen un día
cenizas del ardor de nuestras frentes,
El retrato


¿Es posible asfixiar al Remordimiento?
Lo irreparable


Por ir tras sombras sin pensar
recibirá duro escarmiento
todo el que cambie de lugar.
Los búhos


Es amargo y es dulce en las noches de invierno
escuchar junto al fuego que palpita y ahúma
los recuerdos lejanos elevarse en lo interno
al son de carillones que canta en la bruma.
La campana quebrada


Yo veo al desdichado, mito extraño y fatal,
tornar al cielo a veces, como el hombre de Ovidio,
al irónico cielo, cruelmente azulado,
su cabeza convulsa y alzarla con fastidio,
¡como si al mismo Dios reprochara su estado!
El cisne


¡Y me aterró envidiar a tanto desvalido
que correr hacia el abismo con furia desalada,
que, ebrio de su sangre, siempre habrá preferido
el dolor a la muerte y el infierno a la nada!
El juego


Al abrir mis ojos ardientes
yo vi el horror de mi garita
y sentí horadarme inclementes
filos de mi ansiedad maldita
Sueño parisiense


Siento a veces mi sangre escaparse a raudales,
como una fuente de sollozos musicales.
Oigo bien cómo fluye murmurando en su huida,
pero me palpo en vano para encontrar la herida.
La fuente de sangre


La muerte es quien consuela y a vivir nos ayuda;
es meta de la vida y la sola esperanza
que, embriagador elixir, por las venas avanza
e impulsa hasta el final de la jornada ruda.
La muerte de los pobres


Mi cuna estaba a una biblioteca contigua
La voz


El reloj, a su vez, susurra: ¡Está maduro
el condenado! En vano le muestro el cuerpo infecto.
¡El hombre es ciego, sordo y frágil, como un muro
que habita y que carcome algún insecto!
Lo imprevisto



Las flores del mal
Charles Baudelaire

Esta lectura formaba parte del Reto Lector: Efemérides 2021

martes, 20 de octubre de 2020

El consentimiento

 

Llevo muchos años dando vueltas a mi jaula, albergando sueños de asesinato y venganza.

Y mientras la adolescencia lanza sobre mí su mano ingrata, solo siento una soledad que me carcome.

La escuela y el instituto pueden provocar mucha ansiedad, sobre todo en tus circunstancias.

El miedo al abandono es más fuerte que la razón y me he empeñado en creer que esta anormalidad me convertía en una persona interesante.

Para intentar volver a integrarme, vivir una vida normal, me pongo una máscara, me oculto y me encierro.


El consentimiento
Vanessa Springora