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domingo, 18 de septiembre de 2022

¡No lloréis, preciosas! (1970)

Jaroslava Schallerová


¡No lloréis, preciosas! (Don't Cry, Pretty Girls!) (Szép lányok, ne sírjatok; 1970) de Márta Mészáros

El recorrido musical y vital de unos jóvenes por los locales y conciertos de música beat húngara entre salida y entrada de la fábrica donde trabajan.



Un grupo de jóvenes trabajan en la fábrica y viven en unas habitaciones realquiladas, de las que una anciana intenta preservar la decencia


Hay un chico y una chica prometidos. Los padres de ella pagarán la boda y él compra los anillos, de segunda mano, -literal, porque tienen otros nombres inscritos-. El chico anda por ahí besuqueando chicas. La prometida, Juli, no dice nada. (En verdad apenas dice nada EN TODA LA PELÍCULA). Pero cuando parece interesada en un joven músico, el grupo de amigos parece tratar de separarlos.
Al prometido no parece afectarle que Juli ande con el músico pero al grupo de amigos sí, y se pone a perseguir a Juli que ha huido con la furgoneta de los músicos.

Y cuando los dos tipos, el prometido y el músico se encuentra al fin...

No hay ni palabras, ni reproches, ni peleas, ni NADA.
Los prometidos parece que aceptan distanciarse (y no forzar esa boda que nunca sabemos cómo llegó a comprometerse). PERO en la escena siguiente se están casando ¿?


La película contiene bellas secuencias como las tomas aéreas rodadas desde un helicóptero o la bucólica y alegre salidas en bicicleta de la fábrica... Porque salir del trabajo siempre es motivo de alegría. Aquí y en Hungría.


Y obvio no podía faltar en una peli de Márta Mészáros, el policía.
Aquí los jóvenes van a un edificio abandonado y mientras las parejas meten-mano, los demás se dedican a romper cosas del lugar. Aparece un policía (UNO) y les da una hora para desalojar. Vuelve y se asegura que todos van saliendo, incluso espera SANTA PACIENCIA a que un firulai con una bolsa de piedras, termine de tirarlas contra los cristales del lugar.


domingo, 11 de septiembre de 2022

Vínculos (1969)

Vínculos (Sentimientos difíciles; Holduvar; 1969) de Márta Mészáros


Tengo por costumbre no leerme la reseña de la película ANTES porque -digo yo-  lo que tenga que contar la película debería estar EN la película. Pero aquí empecé a entender más y mejor de qué va cuando leí la reseña TRAS verla.
¿Eso es un problema? ¿Un fallo?




¿De qué va?
Una mujer acaba de enviudar de un importante académico y prohombre del país. Descubriremos que no le quería (tampoco lo odiaba) y que no llegó a divorciarse. Quizás porque la vida acomodada y respetada al lado de ese nombre (y hombre) le daba un estatus fácil, cómodo y ¿cobarde?

¿Qué hacer con la biblioteca de un fallecido?
¡Regalar los libros entre los amigos!


Tras la muerte, la viuda parece querer tomar otros caminos y alejarse de esa vida. Renuncia a un dinero y a la propiedad de la casa en favor del hijo mayor y parece querer alejarse (aunque nunca concreta hacia donde o haciendo qué). El hijo mayor, que se presenta allí con su novia, le recrimina la fría relación con su padre y la vida "postiza" que ha llevado PERO no parece querer que ese teatrillo de apariencias se modifique.
Llega a cortar el teléfono y a cerrar la puerta del piso para que la viuda, su madre, pueda comunicarse con el exterior.
La viuda es lleva a una casa en el campo (¡la drogan para trasladarla dormida!) y allí la novia se convierte en una especie de carcelera. 
Hasta que se cansa y se va (o se da cuenta que su novio, el hijo de la prota, va camino de convertirse en su padre y por tanto ella, será como la "prisionera" que custodia. Pero eso me lo imagino yo.)


Ese "encierro" bien podría ser puro Polanski, pero no van por aquí las cosas. También podría ser el argumento de conflicto familiar habitual en las películas de Bergman, pero tampoco sigue esa linea (aquí no se GRITAN reproches locos como suelen hacer los personajes del sueco).
En Márta Mészáros la subyugación es latente y silenciosa. Hay un peso terrible que las mujeres de sus películas soportan. Pero la historia nunca se recrea en ello, ni siquiera lo subraya. Lo ves o no lo ves.
Tres mujeres húngaras de tres generaciones y clases sociales distintas
 

Nunca "entré" en lo que me estaba contando la película. Las escenas son largas y los silencios, espesos.
Hay personajes (las ancianas) que se nos presentan de espaldas y siguen de espaldas durante los diálogos. Y uno no sabe si eso es deliberado, si tiene un objetivo o, como si fuera Ed Wood, la actriz no vino y pusieron a alguien de espaldas para salir del atolladero del día de rodaje.
El hijo mayor se pasa la vida revelando fotos de su propia novia con las que decora su habitación. Nunca se subraya esto, se da por sentado pero uno puede ver (o creer ver) un rasgo casi psicópata. Tampoco se cuenta jamás qué hace mientras su novia "vigila" la madre.

Y luego el momento más loco cuando vuelven a aparecer los "policías de río".
Esta es la segunda película de la directora húngara que veo, pero en las dos cuando alguien está nadando aparecen unos policías que te multan o te llevan a comisaria. Bañarse en ríos o lagos parece muy prohibido en Hungría. Y siempre hay agentes ahí, al loro del asunto.
Como todo en Márta Mészáros esto tampoco esta subrayado, no es cómico ni trágico, simplemente es.

domingo, 4 de septiembre de 2022

La muchacha (1968)

La muchacha (Eltávozott nap; 1968) de Márta Mészáros


Una muchacha sale del orfanato donde ha crecido para ir a conocer a su madre biológica. Al llegar al pueblecito donde vive, la mujer la hace pasar por su sobrina de la capital ante el marido y el resto de la familia.


Pasa unos días allí (sin que llegue a producirse la charla madre-hija que esperamos). En el pueblo los chicos la siguen y la observan como una exótica chica de ciudad.
Se producen muchos encuentros que yo percibo como tensos o incluso inquietantes: chicos que la van siguiendo o detiene sus coches para hablarle pero a ella no parece afectarle lo más mínimo.
Bailes modernos en los campos

En el trayecto en tren de regreso, conoce a un pesado que la invita a su cuarto alquilado. Ella va con él.
Todos los húngaros de la película parecen Anthony Perkins en Pyscho


Luego ella vuelve a su orfanato y a su trabajo en la fábrica (el ruido en la fábrica silencia las charlas que allí se producen. Genial detalle). Un día aparece un tipo y dice que viene a hablarle de sus padres. Ella lo echa.
Luego acabara escuchando su historia FALSA sobre sus padres a cambio que ella le pague una comilona en un restaurante. Dice a sus amigas que aquel tipo era su padre (nunca llegamos a confirmar eso).

En la charla del restaurante (en el patio trasero de una casa) el tipo dice que vio el anuncio que ella puso. De lo que deducimos que ella puso un anuncio para encontrar a sus padres y que la madre -no me pregunten cómo- vio el anuncio y decidió contestarla y pedir que fuera para luego pedirle que NO fuera. (Ella no recibe la segunda carta y por eso va cuando la madre en verdad no quisiera).

El film acaba luego en una fiesta, en que otro tipo inquietante deja la chica con la que baila para acercarse a la mesa donde está la muchacha y se besan.

._.

Queda mucho a medio contar, y aunque se alarguen las escenas para escampar por ellas un silencio ensordecedor, todo contribuyen a una extraña angustia.
Y aquella sensación de lentitud.
Yo viendo cine húngaro


Otro de los focos de angustia y inquietud que me provoca la película son los rostros hostiles y sombríos de los personajes. Nadie sonríe nunca. Todos parecen cabreados con el mundo. Y los chicos que rondan a la muchacha potenciales psicópatas.
Hay uno particularmente molesto.
La sigue por las afueras del orfanato.
Luego la sigue por un puente y ella le dice: Déjame, vete.
Y el tipo dice: Estamos en un puente, solo puede saltar.
Ella: Pues salta.
Y el tipo salta.

Y entonces llega la "policía del puente" y le pone una multa de 30 nosequé-moneda y ELLA SE LO PAGA cuando el tipo sale nadando del río.
¿Por qué, demonios por qué?
Tampoco entiendo porque se deja sablear la comilona por el "padre" en el restaurante. 
¡Así nunca saldremos de pobres, muchacha!


El peinado, las gafas de sol, el look chic... la muchacha podría ser una protagonista "moderna" de las películas francesas de la nouvelle vague. Pero esto es Hungría, al otro lado del telón de acero, y todo es gris y está viejo (como el autobús que la lleva al pueblo, o las sillas frente al televisor). 
Y aunque no pase nada (recuento de vida), y haya silencios, y escenas alargadas sin que ocurra nada reseñable, te mantienes alerta porque percibes un peligro latente a la que ella parece ajena. Como en aquellas primeras películas de Polanski, con la diferencia que aquí REALMENTE luego no pasa nada. 
Pero yo sufrí el peso del tedio y la sensación de alienación de la muchacha.

A final del film, en la fiesta, aparece un grupo musical que solo puedo definir como "los Beatles húngaros".