Cuando Clint Eastwood se puso tras la cámara para explicarnos la batalla de Iwo Jima decidió hacerlo desde los dos bandos pero en dos películas separadas. El conflicto, desde el lado americano lo vemos en Banderas de nuestros padres y desde el lado japonés lo vemos en Cartas desde Iwo Jima. Aunque si bien Banderas de nuestros padres se centra más en las repercusiones que en la batalla en sí, estos dos puntos de vista deberían verse juntos, en un díptico sobre la terrible batalla por la isla de Iwo Jima.
Aunque Iwo Jima fue descubierta en el siglo XVI, la isla no fue habitada hasta el año 1889. Iwo Jima está a más mil kilómetros de las principales islas del archipiélago japonés, aislada en el océano Pacífico.
Durante la Segunda Guerra Mundial, en la Batalla del Pacifico, Iwo Jima sería la cabeza de puente desde la que Estados Unidos iba a atacar las islas importantes de Japón. El gobierno japonés, consciente de ello, decidió usarla para desgastar a las tropas invasoras.
Como bien muestra la película, en ningún momento Japón pretende derrotar a los Estados Unidos en Iwo Jima. Pese a los alegatos imperialistas de algunos oficiales, el objetivo militar en Iwo Jima era infringir el mayor daño posible a los invasores.
Hay un secuencia que lo subraya de una forma especialmente cruda. Los oficiales japoneses muestran fotografías de soldados-enfermeros del ejercito enemigo para que la tropa identifique sus uniformes. Y se insta a dispara a los médicos primero.
Otro ejemplo es la modificación de la estrategia aplicada. Al inicio del film, los soldados japoneses en Iwo Jima están cavando trincheras en las playas de la isla. Porque en la estrategia defensiva militar clásica, atrincherar las playas sirve para que el enemigo no pueda desembarcar. Con la llegada del general Kuribayashi esta estrategia se modifica.
Kuribayashi, personaje real interpretado por Ken Watanabe, decide excavar túneles y cuevas dentro de la isla. En especial en el monte Suribachi, el peñasco desde el cual se divisa la isla entera. El objetivo táctico del general Kuribayashi era dejar desembarcar a los soldados de Estados Unidos. Y cuando fueran adentrándose en la isla matar a cuantos más mejor (10 enemigos muertos por cada soldado japonés, arenga un oficial en un determinado momento).
Como cuenta la película, Kuribayashi había sido agregado militar en la embajada japonesa de Estados Unidos.
Y otro personaje real fue el barón Nishi, deportista hípico participante en los juegos olímpicos de Los Ángeles 1932, donde obtuvo medalla y Berlín 1936, donde según los rumores, se dejó vencer, para que ganase el colega alemán para regocijo de Hitler.
Pero el verdadero interés y nuestra empatía, va para con los soldados rasos.
Saigo, un joven panadero reclutado a la fuerza y que debe abandonar a su esposa embarazada. La escena del reclutamiento es bien dura, pero me impactó más la descripción de como el gobierno-militar le iba requisando cosas de la tienda por causa de la guerra. Primero el pan que iba a vender, luego el pan que iba a comer y al final, incluso el horno y los utensilios para prepararlo.
Hacia la mitad de la película aparece otro soldado en que la narración se detiene. Es Shimizu, integrante del Kenpeitai. Algo así como la policía militar. Algunos soldados en Iwo Jima lo toman por un espía. Uno de esos fanáticos dispuestos a denunciar cualquier muestra de anti patriotismo. Shimizu nos cuenta, en alguno de los flashbacks con los que podemos salir un momento de la opresiva isla, cómo fue expulsado del Kenpeitai; por tener piedad con un perro que ladraba.
En tiempos locos hay personas obligadas a hacer locuras.
Los soldados japoneses están convencidos que podrán detener a los invasores pese a su inferioridad numérica y tecnológica. Porque los americanos, así se los han descrito, son volubles y cobardes. Monstruos deshumanizados.
Pero con la lectura de la carta de la madre de un soldado yankee preso, que les lee y traduce el barón Nishi, los soldados japoneses descubren la gran verdad de toda guerra. Que los soldados, a un lado y otro son iguales. Igual de valientes y de cobardes. Igual de humanos. Porque las guerras las emprenden los que nunca llegan a pelearlas y en ellas siempre mueren... los mismos.
En Banderas de nuestros padres se exploran más las consecuencias que la batalla en sí. Y la triste verdad detrás de la icónica foto de los soldados izando la bandera de Estados Unidos en el monte Suribachi.
Tres soldados son llevados en un tour espectáculo por todos los Estados Unidos con el único fin de recaudar fondos para pagar la guerra. Los tres HÉROES aclamados no son los verdaderos soldados de la bandera, pero, la icónica foto fue un símbolo para la victoria y ellos tres deben encarnar ese símbolo. Aunque todo no sea más que una farsa.
En el otro bando, la propaganda oficial japonesa también afectaba a los pobres soldados de Iwo Jima, cuyas cartas eran censuradas. Por ello muchas de esas cartas nunca fueron enviadas y se escondieron en la isla. Y de ahí toma el nombre la película Cartas desde Iwo Jima.
Cartas desde Iwo Jima (Letters From Iwo Jima; 2006) dirigida por Clint Eastwood.
Díptico bélico sobre la batalla de Iwo Jima, que muestra una verdad cristalina, que la guerra tiene mucho de supervivencia y poco de gallardía. Porque en el fondo TODOS los soldados de TODAS las guerras solo quieren una única cosa, y no es ganarla, sino poder volver, enteros, a su casa.