La madre y la esposa de un granjero que está en la guerra sobreviven en una cabaña en mitad de unos campos llenos de altos hierbajos.
Matan a los soldados perdidos o desertores. Arrojan los cuerpos a un pozo y venden las pertenencias a un pérfido comerciante.
Una noche reaparece Hachi, un vecino. Dice que el hijo y esposo ha muerto. Y que él ha logrado escapar y, disfrazado de monje, ha llegado hasta casa.
La película se ambienta en el periodo Nanbokuchô (1336-1392), célebre por tener dos cortes imperiales. Una en Kioto, con el emperador Yakauji y otra en Yoshino, con el emperador Go-Daigo.
Es particularmente interesante su reflexión sobre la guerra: íbamos con unos, luego fuimos atacados y íbamos con los otros. A nosotros, los granjeros de a pie, nos daba igual quién ganase la guerra.
Hachi colabora con ellas en algún asesinato con robo, pero pronto toda su atención se centra en la, ahora y según él, viuda...
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Jitsuko Yoshimura |
Pocas películas representan la pulsión del deseo sexual como esta obra.
En Hachi es abierto y descarado.
En la viuda (no tiene nombre en la peli) es latente y subterráneo de inicio. Y luego liberado.
Y en la anciana (tampoco tiene nombre) es revivido e insatisfecho.
Y luego, una noche aparece él...
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Un guerrero noble y bello -eso dice él- detrás de una máscara del teatro noh que representa un demonio.
En tiempos de guerra, los que no guerreran, los que quedan en los márgenes (como las mujeres en esos campos) sobreviven como pueden. Y en ese entorno, el salvajismo rebrota. Y los instintos primarios lo dominan todo. Las mujeres comen arroz a puñados, reahogan al soldado en el río y la viuda se lanza en brazos de Hachi. Y la anciana, aunque intenta advertirla, lo hace por su propio interés: teme que la joven la abandone.
Así que, tras hacer caer el enmascarado al pozo, recupera la máscara y la usa para intentar asustar a los amantes.
Al final pero, la máscara la aprisiona, como las hierbas altas de esos campos, y ella misma se vuelve "un demonio".
Onibaba (1964) dirigida por Kaneto Shindo.
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