domingo, 23 de febrero de 2025

Los siete samuráis (1954)


Los campesinos de una aldea, desesperados por los robos y secuestros que sufren por parte de un grupo de bandidos, deciden contratar a unos samuráis para que les defiendan.

Como son pobres el único pago que les pueden dar es el alojamiento y la comida. El arroz que ellos dejarán de comer.


Los espadachines rechazan tan penosa oferta y los campesinos se sienten aún más desesperados.
Un día asisten a la acción de un viejo ronin. Tras afeitarse la cabeza y vestirse de monje, entra en una cabaña para liberar a un niño secuestrado por un bandido escondido ahí.

La acción de Kambei Shimada conmueve no solo a los campesinos que corren detrás suyo, sino a un joven espadachín que le pide a Shimada que le permita ser su discípulo. También un tipo estrambótico se empeña en acercarse, aunque parece no ser capaz de aclarar que quiere.

Shimada acepta la propuesta de los campesinos y se dispone a reclutar a otros guerreros. No es fácil la tarea, cuando llegan a ser seis, se ponen en marcha.

El tipo estrambótico, que les ha entregado un documento robado que -según él-, demuestra que es un samurái y que se llama Kikuchiyo, les va siguiendo por el camino.

Llegados a la aldea, los samuráis siente el temor y hasta el rechazo de los aldeanos, que esconden sus pocas pertenencias y a sus esposa e hijas. Kikuchiyo demuestra entonces ser útil al grupo logrando un atisbo de cohesión.

Los samuráis, liderados por Shimada, establecen un plan y empiezan a entrenar a los campesinos para que puedan defenderse en la batalla que les espera.



Los siete samuráis es una película que, quizás, habría que haberse llamado Los siete ronin, ya que ninguno de los espadachines tiene un amo o un clan al que servir. Uno, Kikuchiyo (Toshiro Mifune), ni siquiera desciende de linaje de guerreros, sino que es hijo de campesinos. Detalle que se nos muestra en la escena del incendio del molino, "ese niño soy yo. A mí me pasó lo mismo."
Pero estos tipos son todo lo que un samurái era, o debía ser. Y puede que más.

Los 7 actores en el mismo plano y sin verse recargado


Con una duración de más de tres horas, el rodaje de la película devoró todo el presupuesto cuando no se había rodado ni una tercera parte. La productora Toho tanteó varias veces una cancelación. Kurosawa enfermó durante el rodaje y estuvo un tiempo hospitalizado. Aún con todo, el film siguió adelante y una vez estrenado se convirtió en un clásico del cine, y uno de los ejemplos canon del "cine de samuráis".

Toshirō Mifune y Seiji Miyaguchi en la épica batalla final


Al igual que le ocurre al joven Katsushiro, nuestra admiración también pasa del sabio y veterano Kanbei (Takashi Shimura), al efectivo y épico Kyuzu (Seiji Miyaguchi) que, en cuánto empieza la verdadera acción, toma su cuota de protagonismo. 
La escena en que se va, de noche, a "buscar alguna arma" al campamento de los bandidos y vuelve a la mañana siguiente, entre la niebla, con el arma y "dos enemigos menos", es tremenda. Ese momento solo lo supera su épico final.

Kikuchiyo (Toshiro Mifune) repite, a su manera, el "robar alguna arma" al enemigo en una de las muchas cómicas secuencias que tiene un actor en estado de gracia y con un personaje hecho para explotar toda su portentosa capacidad para pasar del simpático payasete al férreo espadachín motivado. Y ambas facetas encajan en su personaje.


Los siete samuráis es, en cuanto a historia, quizás la cúspide de uno de los grandes temas en la filmografía del director: buenas personas que hacen frente al mal. Estos ronin deciden ayudar a los campesinos pero al final, ellos pierden. Ganan los campesinos, que lo celebran en la fiesta al final, mientras que los samuráis supervivientes miran las tumbas de sus compañeros fallecidos. Lo suyo ha sido un sacrificio por un bien mayor que no les trae ninguna recompensa. Solo la satisfacción de haber hecho el bien.




Los siete samuráis (Shichinin no Samurai; 1954) dirigida por Akira Kurosawa.


La historia ha tenido numerosas adaptaciones, desde el western al anime pasando por la ciencia ficción con batallas interplanetarias o a bichos.



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