Martha es una argentina viajera (todos los argentinos los
son: vienen de todas partes y van hacia todas partes).
Martha es una juvenil señora mayor que intenta hablar
català, pero a la que yo no le ayudo mucho, pues le hablo en castellano porque
su acento argentino me agrada demasiado para perdérmelo.
Martha se apunta a actividades de la biblioteca: clubes de
lectura, a ayudar en los talleres infantiles, a lo que haga falta…
Martha es un remanso de paz en un mundo con prisas y loco.
Martha va despacio a los sitios porque sólo yendo despacio uno aprecia lo que
le rodea y a la gente con la que se cruza. Martha sabe que lo importante de un
viaje no es nunca el destino, sino el trayecto. Y que ir a ver a alguien,
incluye ver a todos los que encuentras por el camino.
Martha es discreta para pedir y muy generosa para dar.
Martha no se enfada, en todo caso, “la hacen enojar” (en acento argentino
incluso su enojo es algo simpático y pasajero).
El otro día llevé a Martha de viaje. La llevé a su casa. A
su excasa, en pueblo llamado Río Ceballos (Argentina). Fue un breve salto des
de la biblioteca con el Google Maps. Y ese muñeco amarillo que uno suelta en
una calle en la otra punta del mundo y te ofrece una panorámica del sitio. A Martha
se le desplegaron recuerdos.
Internet. Google. La tecnología moderna, permite estas
cosas.
Pero la emoción de Martha hablando de aquella casa, de la
chimenea, de su familia, del parque de bomberos voluntarios de enfrente… eso es
algo demasiado cálido y humano incluso para el muñeco amarillo del Google Maps.
A la pregunta de: ¿qué es eso cuelga del tendido eléctrico?
Martha respondió con toda naturalidad: - Musgo.
._.
Vuestra vida seria mejor si conocierais a Martha, una de
mis usuarias favoritas.
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