domingo, 6 de noviembre de 2016

Muere niña de 12 años de coma etílico

Suelo rehuir la realidad. Pero a veces logra alcanzarme con sus dramas de 40 segundos de telediario. Esta semana fue un titular: “Muere niña de 12 años de coma etílico”. Ese impacto televisivo pasó de inmediato a segundo plano por un trapo de colores en un ayuntamiento y por Chenoa y Bisbal.

Hay dos motivos que hacen de la realidad algo aterrador. 
El primero es que si uno profundiza encuentra siempre aún más aterradora esa realidad. 
Sigo leyendo: (la chica) había sido trasladada en ocasiones anteriores por la Policía Municipal a su casa en estado ebrio. Y luego leo: “por miedo a la multa por beber, (los “amigos”) no llamaron a la Policía Municipal, ni a los servicios de urgencia pese a que tenían todos móvil. Tampoco se pusieron en contacto con los padres de la menor.
“Los amigos” así, entre comillas, es cosa mía y no de LUIS F. DURÁN que es quien firma la crónica.

El segundo motivo por el cual es aterradora la realidad es la profunda indiferencia con la que la vida sigue. 

Ya habrán visto que la foto no tiene que ver con el texto

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