domingo, 14 de enero de 2024

Locuras de verano (1955)


Jane Hudson (Katharine Hepburn) es una secretaria de dirección de Ohio de vacaciones en Venecia. Espera un romance y cuando éste se produce, no es como ella había imaginado.





El tour que el director del film, David Lean y el director de fotografía, Jack Hildyard, nos hacen por Venecia está a la altura del documental.
¡Qué luz!
¡Qué colores!
Qué de iglesias por todas partes...

Me parecen todas iguales. Dice el afable matrimonio americano de tour por Europa. Para ellos, y para ese marido, va la mejor frase del film:

Habitaciones llenas de cuadros. Cientos. ¡Y todos pintados a mano!


También se lanza una puya a los vecinos franceses:
En Italia cuando uno se sienta a comer, come comida de verdad. En Francia, uno se sienta, ¿y qué come? ¡Una salsa!


Katharine Hepburn está tan genial como suele ser habitual. Siempre intensa. Cuando sonríe va más allá de la sonrisa y cuando tuerce el gesto, uno ve el sufrimiento interno de alguien que está llorando por dentro.
En cualquier momento parece que vaya a sufrir un ataque de histeria. 

Su personaje ya lo retrataba una frase promocional de la película: 

"Vino a Italia como turista... Regresó siendo una mujer"

Nada más llegar, en la pensión, hace el siguiente apunte:
-En Estados Unidos una mujer soltera es una chica hasta los 50.
-¿Y después?
-Bah...



Conocerá un anticuario que le vende una copa del siglo XVII (o puede que no). Y como cliché del italiano ligón, se enamoran. O eso dice él. Nunca me lo creí porque a medida que aumenta el romance, decae -para mí-, el interés de la película.

Viniste buscando un hombre, joven, rico, apuesto y galán. Y por supuesto soltero. Bien. Yo no soy joven, soy comerciante, no soy apuesto. Pero soy un hombre.

¡Y casado!



La censura española recortó algunos diálogos y cortó escenas enteras. 
Pero se sigue lo que ocurre. 
Es elegante como el zapato queda en la terraza cuando la pareja va a pasar la noche juntos. Todos entendemos esa felicidad matutina al volver a la pensión. 

Pudo la censura haber actuado y eliminar la consumación del adulterio, pero no lo hizo. Sorprende pues, que se corten charlas románticas que todos intuimos abocadas a la despedida.


Por lo contrario, el niño fumando pasó censura porque, parece, el adulterio es más peligroso para la salud que el tabaquismo infantil..


Este Breve encuentro en Venecia está empañado por una soledad y una tristeza que, como una sombra negra, va apareciendo por la luminosa ciudad. El personaje de Katharine Hepburn está triste, sobre todo porque se esfuerza en ser feliz. Anhela el amor y siente la punzada del dolor cuando ve parejas paseando por las piazzas
Cuando le llega a ella, teme. Es pudorosa, desconfiada. No quiere ser engañada, utilizada. Por la soledad y la espera, puso el listón tan alto que la realidad choca con él.
Pero...
Estamos de vacaciones y nunca volveremos así porque no, simplemente, vivir.

Y vivir del recuerdo el resto de nuestras vidas.



Locuras de verano (Summertime; 1955) dirigida por David Lean

Arrivederci

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