martes, 16 de enero de 2024

Contra la distopía

La distopía, nacida como antónimo de la utopía pero al igual que ésta, arranca de la realidad porque la imaginación parte siempre de lo que existe. La distopía es la -dice la RAE- representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana.


Pero leyendo o viendo series distópicas nos podemos preguntar: ¿Acaso no hay futuros mejores?

La distopía estimula el fatalismo. Muestra un futuro tan horrible que el presente - nuestro presente- ya no nos parece tan feo. Oh sí, hay muchas cosas mal aquí pero en el futuro hacia el que vamos... eso sí es horrible.

La distopía es un género explícitamente político. 
Sus protagonistas suelen ser individualistas. Aunque haya un grupo, por lo general jóvenes, que se rebele contra el sistema. En el fondo, es UN ser rebelándose contra la masa. La masa que viste igual, que acata, que no piensa. La masa urbana, adoctrinada, uniforme...

En teoría, la distopía confronta al lector/espectador. Despierta su conciencia. Le muestra un futuro horrible y le dice: ¿Esto es lo que quieres? ¡Reacciona!
Usa el miedo como detonante. Pero el miedo, por lo general, provoca parálisis o una huida. 

¿Nos están paralizando con tanta distopía? ¿Nos paraliza ese miedo a ese futuro apocalíptico que asumimos este presente feo? ¿Nos rendimos antes de la batalla?



Las concomitancias que delineé entre tales pensadores (Weber, Adorno, Foucault y Baudrillard) y la literatura de especulación pesimista me convencieron de que los relatos acerca de poderes opresores e individuos disidentes del futuro eran más profundos de lo que aparentaban.

(Las distopías) participan del clamor sistémico de que lo peor está por venir, que lo tenemos merecido y que no hay remedio. El vaticinio es: el mañana será espeluznante. Y el fallo: somos los culpables, por no hacer nada o hacer lo que no toca.

El propósito de un servidor: acentuar los aspectos negativos de la distopía, desvelar sus ambigüedades y contradicciones.

Psicólogos culturales y teóricos (Paul Ricoeur y Hayden White) han refrendado que los relatos que se cuentan a sí mismos los individuos y las sociedades tienen una importancia capital en la creación de identidades, metas y estados de ánimo. 
(¿Qué nos espera de) historias acerca de porvenires calamitosos (...) que favorecen la irrupción de políticas preventivas y la asunción de conductas cínicas, derrotistas o netamente reprobadoras, proclives al postureo nihilista?



Contra la distopía: la cara B de un género de masas 
Francisco Martorell Campos
La Caja Books (2021) 

Francisco Martorell Campos es doctor en Filosofía por la Universitat de València y GRAN LECTOR de ciencia ficción. Su rama de estudio y trabajo son los estudios utópicos.

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