sábado, 18 de julio de 2020

Ir a pasar la ITV

Ir a pasar la Inspección Técnica de Vehículos (ITV) es toda una aventura.
Les paso a contar...

Es un entorno donde todo está pautado y reglamentado, así que debería ser un entorno confiable para alguien como yo, al que aterran los cambios y las situaciones random. Pero no es así.
Aparte, siempre me asalta esa sensación como si fuera un examen y pudiera suspender. En todo caso, es el coche que "pasa" o "no pasa" la prueba, y no yo. Pero cuando alguna vez el coche no ha pasado, me deprimo como si hubiera suspendido y me invade la culpa y la vergüenza. 
Yo es que soy muy frágil de espíritu, ya saben.



La idea original es que uno llegue, aparque donde no estorbe, vayan a la oficina (a PAGAR) y luego ponga el coche en la cola que toca y haga el circuito siguiendo las instrucciones del personal.
Pero este es un país de listillos, y la mayoría aparcan el coche en la cola con menos coches, van a la oficina y así cuando salen ya les toca. Si les han dicho la entrada 1 y están aparcados en la 2, o pasan olímpicamente o encima hay que hacerles hueco para que puedan cambiarse de hilera de coches.
Nadie controla esto y lo veo una injusticia.

Otra cosa que puede sorprender es, al menos en la sucursal a la que voy, todo el personal administrativo son chicas. Y todos el personal que anda entre (y a veces debajo) de los vehículos son chicos. ¿No hay chicas que sepan mirar si los intermitentes funcionan? ¿No hay chicos que sepan cobrar y dar cita previa?
Parece que allí donde yo voy, no.
Y luego está el Jefecito del lugar.
Si la cola de vehículos es larga (y siempre lo es) y uno es algo observador lo verá. El Jefecito del lugar es un señor en traje que sale de la oficina (pero muy lejos del mostrador con la gente, no fueran a preguntarle algo) y asoma por la zona del taller (pero muy lejos de los vehículos, no fueran a decirle algo). Suele asomarse de un sitio a otro, con las manos en los bolsillos o, realizando mi gesto de Jefecito favorito, tira de un rollo de papel y se frotarse las manos como si viniera de hacer algo. ¡No está usted haciendo nada, señor, lo hemos visto!

Cada vez que voy a pasar la ITV con mi vehículo, y voy una vez al año porque mi coche es casi tan viejo como Jorge de Burgos, hay un par de "pruebas" o comprobaciones nuevas. Son pruebas que NO se añaden a las de la última vez, sino que varían. Es decir, hay una serie de comprobaciones seguras y fijas. Y luego hay algunas de variables.
Las variables son muy divertidas:
La última vez que fui, un muchacho se plantó al lado de la ventanilla y comprobó que al poner las luces o los intermitentes, hubiera una luz correspondiente en el salpicadero del coche. Nunca antes habían mirado eso.
La vez anterior, me pidieron que abriera el tapón de la gasolina.
(Señor, si no pudiera llenar el depósito de gasolina ya no hubiese podido llegar hasta aquí, ¿no?).
La vez anterior a esta, un operario se entretuvo en levantar todas las alfombrillas del interior del coche. (¿Qué esperaba encontrar? ¿El agujero del coche de los Picapiedra?). Aunque gracias a su meticulosa revisión de alfombrillas, pude recuperar una moneda de un céntimo extraviada.
Y la vez anterior, no le bastó con preguntar cuántos kilómetros llevaba mi vehículo, le hizo una foto con el móvil. 
Y la vez anterior, la foto no fue para los kilómetros recorridos sino, tras levantar el capó, fotografió el motor.
Todas esta comprobaciones se han dado una única vez y nunca se han vuelto a repetir. Ignoro los motivos, quizás dejaron de ser populares en una votaciones.

Ir a pasar la ITV en tiempos de Covid-19 es aún más extraño. Debido al confinamiento de tres meses que tuvimos en primavera de 2020, las colas  durante el verano siguiente fueron enormes. 
Pero no hemos venido a quejarnos así que vayamos a las particularidades simpáticas:

El señor de las puertas y cinturones me pidió ayuda ya que, según dijo, el protocolo le impedía entrar en el vehículo.  
Primero les cuento lo que DEBE comprobar este muchacho:
Que todas las puertas del vehículo puedan abrirse desde fuera y desde dentro. Y que los cinturones de seguridad se enganchen y se bloqueen en caso de un tirón intenso.
Y ahora les cuento lo que se comprobó en realidad:
Yo salí dispuesto a seguir sus instrucciones. Y lo hice.
Comprobamos que las cuatro puertas pudieran abrirse desde fuera. El maletero no se comprobó. Y no comprobamos que ninguna pudiera abrirse desde dentro. Así que la única puerta de mi vehículo que VIO abrirse desde dentro fue la del conductor (cuando salí yo para seguir sus indicaciones).
De los cinco cinturones, se comprobaron tres.
Yo, repito, me limité a seguir sus instrucciones, no es que le escondiera cosas. Él decía: Abra aquí. Y yo, abría.

El señor de las puertas y cinturones no se atrevió ni a tocar los tiradores de las puertas, pero el señor de los acelerones ENTRÓ en el vehículo, se sentó en el asiento, agarró el volante y apretó con intensidad el acelerador para comprobar la emisión de humos. No lo hizo un par de veces, sino hasta 6 veces, así que estuvo un buen rato dentro del coche. Obvio que no desinfectó nada al salir. 
Por cierto, si hubiera llevado yo una bicicleta a la inspección, también le hubiese sacado humos con tanto acelerón salvaje...

Y luego, la pirueta final: El señor de la etiqueta. 
El señor de la etiqueta es el que te da el reconfortante aprobado o el vergonzoso suspenso. Su tarea consiste en quitar la pegatina de la ITV del año corriente y pegar la del año de validez. Pues bien, en tiempos del Covid-19, el señor de la etiqueta me la dio en mano.
._.



-¿Me la tengo que pegar yo mismo? -pregunté, inocente de mí.
-Dada las circunstancias, sí.

Amigos, esto es maravilloso.
¿No les parece que podría pegar la etiqueta en otro coche? ¿O en la bicicleta? ¿O en la ventana de casa? Y si alguien pregunta, enseñar la tarjeta de la Inspección Técnica con el sello oficial del aprobado y decir que nunca me dieron etiqueta alguna...
En un país de listillos, las posibilidades son casi infinitas.



Y para acabar, algunas ideas para mejorar la seguridad a cargo de M. Bison (por cierto, en Japón, Bison se llama Vega. Vega se llama Balrog y Balrog se llama Bison). Ya les distraje, lo sé.


Creo que TODAS las comprobaciones al vehículo son importantes. Y es más, yo haría test de alcohol y drogas y pruebas de salud mental a los conductores. Porque tal y como conducen algunos firulais... El tema no es que el coche esté en buen estado (que es muy importante) el tema primordial es que el humano al volante esté capacitado y en condiciones de conducir.
Y ya puestos, en pro de la seguridad de TODOS, yo instalaría mecanismos de control en los vehículos que impidieran la conducción a conductores alcoholizados, drogados, cansados o -esto último admito que sería complicado de implementar- tuviera altos niveles de ira o de agresividad.
Y para rizar el rizo, si la velocidad máxima en una carretera es de X, ningún coche debería PODER ir a más de esa velocidad en esa zona. Sé que son medidas muy radicales, pero ya les he avisado que son propuestas de mejora a cargo de M. Bison (Vega, en realidad).

Porque el que escribe, de todo esto, no sabe nada. Sepan disculpar.

(¿Qué fuerte lo que Vega se llamase Balrog, no les parece?)
En el Street Fighter II, la bandera de Spain era pre constitucional
No me dirán que no es todo un Yolandato, ¿eh?

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