Los lamentos y arrepentimientos, así como los apegos intensos y las obsesiones, coartan la libertad de las almas para viajar al otro mundo. Cuando eso ocurre, no les queda más remedio que permanecer en el mismo lugar.
La vida es también un viaje durante el que nos vamos desprendiendo de recuerdos.
Estás yendo a trabajar, no a sufrir.
Era poco probable que alguien que había sufrido una muerte violenta hubiera tenido una vida apacible.
Una herida en un brazo, por ejemplo, se cura con el tiempo. Pero el dolor de ver destrozado intencionadamente un objeto con un valor sentimental como aquel no podía sanar jamás.
La ausencia de logros destacables y merecedores de reconocimiento era algo que él mismo sospechaba cuando imaginaba su vida.
El Pequeño estudio de los recuerdos perdidos
(Jinsei shashinkan no kiseki)
Sanaka Hiiragi
Traducción de Víctor Illera Kanaya
Editorial Grijalbo (2024)
Después de un rato caminando, llegó a la biblioteca municipal.
No nos sobraban precisamente los folios, así que lo estiré bien para quitarle las arrugas y lo guardé para que cuando viniera a recoger papel usado pudiera rascar unos céntimos más a cambio.
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