En una pobre villa de campesinos existe la leyenda que hay que abandonar a los ancianos al cumplir los 70 años en la cima de la montaña.
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Orin, la matriarca de la casa del Tronco, ya tiene 69 años. Tiene una muy buena salud y todos los dientes. Pero ya va pensando en dejar arreglados sus asuntos e ir a reunirse con el Dios de la montaña.
La llegada de una nueva nuera para su hijo mayor, viudo, le facilitará las tareas de la casa y del campo. Orin la acogerá con simpatía y le contará el lugar secreto donde pesca truchas.
También intentará encontrar una mujer para su otro hijo, que todos rechazan por apestoso. Una mujer para que el tipo se desahogue y deje de acechar a la perra de los vecinos.
Orin también participará, con engaño y omisión, en la justicia grupal de los vecinos para con una familia de ladrones. Llámalo justicia o asesinato múltiple porque toda la familia de ladrones es enterrada viva en una fosa.
Esta es una película que muestra el aspecto más primitivo de unas gentes, humildes y pobres, sobreviviendo en un entorno agreste y duro.
Si se da una mala cosecha la hambruna se extiende y todos mueren, así que no pueden andar con sentimentalismos civilizados.
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Un bebé muerto = abono para el arrozal |
Aunque la historia sea cruda, no es truculenta ni morbosa. Es natural. Y esto significa primitivo y salvaje en algunos momentos y bella y no exenta de humor en otros.
Sus leyes ancestrales son normas no escritas, pero avaladas por la tradición. Como el ir a morir a la cima de la montaña antes que ser una carga para la familia.
El marido de Orin cuando tuvo que llevar a su propia madre a la cima, rehúso hacerlo y, según dicen, llenó de vergüenza a la familia y a todo el pueblo huyendo de sus responsabilidades.
No todos los ancianos esperan con ansia el momento de ir a reunirse con el Dios de la montaña. Al patriarca de la casa vecina, por ejemplo, deberán llevarlo a rastras hasta allí.
Orin ha tomado ya la decisión y pide a su hijo mayor que, siguiendo los preceptos de la tradición, la lleve hasta la cima.
La peregrinación, o casi diría que vía crucis, del señor montaña arriba, llevando a cuestas a la madre, tiene algo de proceso de duelo anticipado.
A lo largo del film las escenas con animales y sus usos y costumbres: aparearse, devorarse o mudar de piel en caso de las omnipresentes serpientes, forman parte de la narración.
En ese mundo los animales y los seres humanos nacen, crecen, comen, se reproducen y mueren.
La práctica, más leyenda que tradición real, de abandonar a los integrantes de la familia que son una carga, es una acción de sacrificio individual para la supervivencia de la familia. También está el aspecto religioso de la paz y el descanso tras la muerte. El ir a un lugar mejor y reunirse con aquellos que se nos adelantaron en el camino.
La balada de Narayama fue la primera novela escrita por Sichiro Fukazawa y logró tal popularidad que en apenas unos años se llevó al cine. Keisuke Kinoshita fue el director de esa primera versión (1958). En la que Orin fue interpretada por la actriz Kiyuko Tanaka (La vida de Oharu, El intendente Sansho).
En el remake que nos ocupa, destaca en el reparto el actor Ken Ogata (que fue Hokusai en Edo Porn). Y Orin, la anciana de 70 años que quiere ir a morir a la montaña, lo interpreta la actriz Sumiko Sakamoto que, y éste es un detalle simpático, solo tenía 46 años cuando hizo la película.
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Orin (Sumiko Sakamoto) tras romperse los dientes |
La balada de Narayama (Narayama Bushi-ko; 1983) dirigida por Shôhei Imamura.
Como apunte final diré que este remake, ganó la Palma de Oro en el festival de Cannes.