domingo, 29 de julio de 2018

El señor Buñuelo

Hay un tipo en la biblioteca que hasta que no es la HORA EXACTA de cerrar, no sale.

He usado “hay un tipo” en lugar de “viene un tipo” porque jamás lo he visto venir. Cuando yo llego a la biblioteca, él ya está ante la puerta, apoyado en el buzón de devoluciones. 

Quizás no sea el primero en entrar (no forma parte de esa horda de ancianos hostiles que matarían por ser los primeros en leer el periódico -ver La pelea diaria por el diario-), pero les aseguro que SIEMPRE es el último usuario en salir de la biblioteca.


Por lo general a la hora de cerrar hay que ir a despegarlo del ordenador, bien por las buenas (“disculpe, la biblioteca va a cerrar”), bien por las malas (se hace palanca entre él y el computador con un palo de escoba que tenemos para ese fin). 

Cuando se levanta del ordenador procede a recoger todo el papeleo en bolsas de plástico y se dirige al baño. En un alarde de poderío de próstata digna de Hércules, el tipo desde que se sienta hasta la hora de cerrar no se LEVANTA JAMÁS.
(No vayan a quitarle el sitio, supongo).


A veces ocurre que se queda sin vidas en el “pasapalabra online” que juega y se levanta de delante del ordenador sin que nadie le avise. Recoge, va al baño y se dirige hacia la puerta para salir… y se queda deambulando en el vestíbulo hasta la HORA EXACTA de cerrar, y entonces, pero nunca antes, sale.
Es como si unos matones fueran a pegarle por salir “antes de tiempo”. 

Hablando de matones y de salir antes de tiempo...
¿Les he hablado alguna vez de los de Recursis Inhumanos? Aquí si uno quiere pelea sólo debe ir a darle los buenos días a los del departamento de Recursis Inhumanos. Suele ser así:
-Hola, buenos días.
-¿Tú qué cojones haces aquí? ¿No deberías estar trabajando?

Si te cruzas con ellos, la charla suele ser así:
-Hola, ¿qué tal de...?
-Mándame un e-mail.

Y si le mandas un e-mail… sólo puedes esperar un acuse de recibo:
Tu e-mail con asunto “Feliz año 2018” ha sido abierto hoy, 13 de julio de 2018 a las 10:16.


Ahora bien, como llegues un minuto tarde, los de Recursis Inhumanos sacan toda la artillería burocrática y piden un kafkiano formulario de “retrasados” (Debido a una errata de imprenta, el formulario en lugar de “retrasos”, pone “retrasados”. Y nunca se han disculpado por ello, ni lo han corregido). 
Dicho formulario debe ser autorizado por uno mismo, #laJefa, la ‘regadora’ de turno, el director del departamento de Recursis, y el Capo di Capos (el regidor que coordina las regidorías). 
Ese formulario hay que ir pasándolo de mesa a mesa (no se puede mover online) y tienes que llevarlo y traerlo tú. Aunque parezca un sistema muy lento, si uno pide fiesta el día 2 de enero, en octubre, por lo general, ya sólo quedan un par de firmas por rellenar.


Pero volvamos al fenómeno por el cual el tipo que no sale de la biblioteca hasta la HORA EXACTA de cerrar ha sido bautizado (por mí) como el Señor Buñuelo.

En El ángel exterminador (1962) de Luis Buñuel, un grupo de gente no puede salir de una sala. Fenómenos inexplicables, propios de la dimensión desconocida, se lo impiden. 
Al señor Buñuelo le ocurre algo parecido. Una fuerza invisible (y que no afecta a ningún usuario más) le impide salir de la biblioteca antes de la hora de cierre.
Quizás, si son fans de Black Mirror, pensarán que se deba al güifi, pero no. El señor Buñuelo no usa ese servicio. Se queda en el vestíbulo, mirando hacia la calle, con las manos en los bolsillos traseros de sus pantalones como quien espera el cambio de color en el disco de un semáforo. 



Sepan disculpar si eso de poner “apodos” a la gente les parece cosa fea. Aunque sea una manera poco respetuosa de identificar a las personas siempre resulta más efectiva que el método que usan mis compas:
-El otro día vino la chica aquella.
-¿Qué chica?
-Aquella chica, ya sabes, que va con ese chico.
-¿Qué chico?
-Aquel que su madre viene a veces y se lleva libros.
._.

Para terminar diré que #LaJefa cree que al Señor Buñuelo lo llamamos así porque le gustan los buñuelos. Una vez más, afirmo que desde dentro del despacho la realidad de biblioteca es muy diferente a la realidad de mostrador. 

Muchas gracias a todos por su 'tensión'. Y si una fuerza invisible y desconocida no lo impide, hasta otra ocasión.

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