domingo, 20 de abril de 2025

La venganza de los cuarenta y siete samuráis (1941)

Cuatro horas de gente que habla mientras camina por pasillos de madera y laberínticas salas vacías. Una pausada intriga política sobre una venganza, que nunca llegamos a ver, y que es algo así como "El Ala Oeste de la Casablanca" pero con samuráis.


El eminente señor feudal Asano, harto de las ofensas -que según él- viene recibiendo de un "funcionario" llamado Kira, le asalta e intenta asesinarlo.


Poco importan sus méritos anteriores o los sacrificios personales realizados, Asano es sentenciando a muerte (por seppuku) y su casa (su clan) desecho.


Un grupo de samuráis consideran desproporcionada la sentencia. Y un agravio que Kira no sea ni siquiera amonestado. Fieles a Asano, los 47 samuráis, planean vengar la ofensa asesinado a Kira.


Oishi, el líder, intenta apaciguarlos. La venganza contra Kira llegará, les dice, pero más adelante. 
Mientras espera el mejor momento, Oishi intenta reparar el honor de la casa Asano. Él esperaba que la nobleza no le hiciera demasiado caso, y así justificar la futura venganza -el asesinato- contra Kira. Pero, parece, que todos le apoyan y maldicen -en secreto- a Kira.
Con el pasar del tiempo y la inacción, Oishi es tratado de cobarde o de traidor a la causa por sus propios colegas. La viuda Asano, por ejemplo, lo desprecia con desdén.


Cuando finalmente la venganza es consumada, y Kira es asesinado, Oishi y los samuráis fieles (los 47) esperan pacientes la sentencia de la justicia. Y afrontan con entereza su propia muerte (mediante suicidio ritual: seppuku) como un sacrificio honroso para la restitución de la afrenta recibida por su señor.



Mientras esperan el turno para suicidarse, aparece una muchacha vestida de hombre buscando a uno de los samuráis que van a inmolarse. Ni ella, ni al tipo al que busca, se nos han presentado antes (y eso que hemos tenido más de tres horas) así que esta trama secundaria parece un apéndice romántico añadido para aportar más dramatismo. El tipo se mantiene firme en suicidarse y ella, ya entrados en ese festival de muerte, se suicida también.


Por contra, la esposa y los hijos del líder, Oishi, que sí que se nos habían presentado antes y que se marchan de la casa hacia la mitad de la película no vuelven a aparecer más.

Ooshi, tras 46 suicidios, le toca a él


La leyenda de los 47 ronin que asaltaron un castillo para consumar la venganza por la afrenta recibida por su señor, es una leyenda conocida y popular. 
El director toma como base la obra de teatro kabuki de Seika Mayama. Pero la historia ya había sido llevado al cine antes (hay una versión muda de 1928), y lo sería después:
The Loyal 47 Ronin (Chûshingura; 1958)
Kon Ichikawa's 47 Ronin (Shijushichinin no shikaku; 1994)
E incluso una versión americana: La leyenda del samurái (47 Ronin; 2013).
 
 

En plena Segunda Guerra Mundial, el ministerio de propaganda le encarga al cineasta Kenji Mizoguchi, una adaptación de la leyenda para enardecer a las tropas y a la población en general.
De hecho, la primera parte de la película se estrenó una semana antes del ataque japonés a Pearl Harbour. 
Fue un fracaso en taquilla. Y la segunda parte, no fue mucho mejor.


No parece descabellado pensar que la gente que fue a verla esperara ver algo de acción. 
O al menos, esperaban ver la secuencia de la leyenda del asalto al castillo por parte de los 47 samuráis. 
Pero no. 
¿Cómo resuelve Mizoguchi la esperada secuencia del asalto al castillo? Un personaje lee en voz alta una carta. Y ya.


Si ya saben cómo dirijo... ¿Pa'que me invitan?

Yo me niego a creer que Mizoguchi se tomase con desdén este proyecto por ser un "trabajo de encargo". Más bien me parece una troleada épica de un autor que, hizo "lo suyo" en un proyecto que para nada le era propicio.


Si en cuatro horas ningún samurái saca la katana y la usa, no es "culpa" del director, la culpa será de los que pensaron que Kenji Mizoguchi iba a hacer una película con peleas de samuráis.
Mizoguchi con toda la leyenda apuntando hacia la acción (peleas, batallas, asaltos a castillos,...) se tomó un te e hizo un film pausado, tranquilo y de gente hablando. 
Se centró en el honor y en el abnegado sacrificio de un grupo de personas para con su señor. Quizás, eso fue exactamente lo que le pidieron: enardecer a las tropas y la población para que, apelando al honor, estuvieran dispuestos al abnegado sacrificio por el belicoso Emperador, por la junta militar y por el Imperio expansionista japonés. Es decir, para la guerra.
Así que Mizoguchi quizás hizo justo lo que le pidieron. Pero lo hizo a su manera. 

Como diría el refranero: No le pidan peras al olmo.


La venganza de los cuarenta y siete samuráis (Genroku chushingura; 1941) dirigida por Kenji Mizoguchi.
Basado en una leyenda y en la obra de teatro de Seika Mayama.



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