domingo, 13 de abril de 2025

Hara-kiri: Muerte de un samurai (2011)


Un ronin pobre se presenta en la casa de un importante clan pidiendo que se le permita usar el patio para realizar el ritual de suicidio.

En la casa, para disuadirlo, le cuentan la historia de un joven que vino pidiendo lo mismo tiempo atrás.

La propia película nos aclarará que lo de usar el patio para el seppuku era una forma en que un ronin, un samurái sin amo, recuperase el honor perdido. A mayor rango de la casa, más honor recuperado con el suicidio.

Ante la petición del joven, los de la casa sabiendo que se había extendido la desvergonzada moda de los "falsos suicidios", decidieron darle una lección.
El falso suicidio consistía en presentarse ante un señor de una gran casa y pedirle poder realizar el ritual del suicidio allí, vinculando su muerte al honor de la casa. El señor, apiadándose, terminaba o bien ofreciéndole trabajo en su clan o bien dándole unas monedas al ronin para que se fuera.

En la casa, consideran que el joven ha dado su palabra y ahora no debe deshacerse, así que le obligan a suicidarse. El joven pero, es tan pobre que incluso ha vendido las hojas de sus armas y las ha substituido por madera. En el clan pero, son inflexibles así que, le apremian para que siga con el ritual de suicidio con una espada con hoja de madera.

Tras una larga y penosa agonía, es el propio criado mayor de la casa quien completa el ritual, decapitando al joven. Ya que los samuráis al cargo del ritual prefieren verle humillarse en su agonía.


De vuelta al tiempo presente, el ronin sigue empeñado en realizar el ritual de suicidio. Y pide, como último deseo, que los que velen para que su ritual se haga del modo correcto y honorable sean los mismos que "ayudaron" -por así decirlo-, en la muerte del joven.
Pero los tres samuráis de la casa están ilocalizables y entonces el hombre les cuenta la historia del joven que vino a esa casa, y ellos obligaron a suicidarse. Y cómo, él mismo, ha humillado a los tres samuráis de esa gran casa.

Saltamos entonces a una historia de costumbrismo y pobreza. Cómo, un samurái viudo y con una hija pequeña, adopta al hijo de un samurái amigo tras su muerte. Cómo crecen los niños en la humilde pobreza y cómo terminan casándose y teniendo un hijo.

Y a partir de aquí una desgracia tras otra. Hasta llevar al joven a postrarse ante el señor de la casa con la idea de un falso suicidio. Pero, por desgracia, termina con  un suicidio verdadero.



Y volvemos al tiempo presente donde el ronin desenvaina su espada de madera y lucha contra los samuráis en una pelea perdida de antemano.

Pero dejando paso a una nueva generación de samuráis a los que solo les queda el postureo y la leyenda. Pues el verdadero honor lo perdieron ya, tiempo atrás.



Ambientada en 1634, el film refleja la miserable vida de unos samuráis que sobreviven a duras penas en un mundo que ya no es el suyo. 
Han de doblegar su orgullo y malvivir fabricando paraguas o dando clases de escritura. 
El dinero no alcanza y pasan frío y hambre. 

Del hambre que se pasa es particularmente dramática la escena en la que el joven compra unos huevos (tras malvender unos libros) y por accidente un huevo cae el suelo y se rompe.


O la del pastelito que le ofrecen al joven al presentarse en la casa del señor.
Y que reaparece entre las ropas ensangrentadas del cadáver cuando lo regresan con su familia. La esposa, con el hijo fallecido en brazos, comerá ese pastelito que su esposo ha logrado sacrificando su vida.

Y ese amago de no querer comer por falta de hambre, cuando lo que en verdad falta es comida. Y esa escena repetida, entre la chica su padre y la chica y su marido. Los dos comparte su escasa comida porque "en compañía sabe mejor"


Ante una perspectiva de vida miserable y tan alejada de sus ideales y de lo que antaño fueron, el ritual del suicidio, se les presenta como una forma digna de irse de este mundo.





Hara-Kiri: Muerte de un samurai (Ichimei; 2011) dirigida por Takashi Miike.
Remake de Harakiri (Seppuku; 1962) dirigida por Masaki Kobayashi.

Basada en la novela Yasuhiko Takiguchi

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