"Comenzaba a errar en lugares solitarios de las afueras del pueblo hasta que caía la oscuridad. Entonces regresaba a su casa y se iba a la cama para ahorrar el gasto de la luz."
"Comería la mejor cena que pudiera prepararse, y dormiría toda la noche como cualquier cristiano."
"Ella había regresado, y él no podía escapar, pero podría tenerla cada noche al crepúsculo, hasta que que ella hubiera drenado la última gota de su sangre."
Porque la sangre es vida... y otros horrores.
Relato: For the blood is life; 1905
Francis Marion Crawford
Ediciones Abraxas, 2001
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