viernes, 17 de mayo de 2024

Nuestro mundo muerto

Los fragmentos que siguen son "subrayones" que por alguna u otra razón me saltaron a los ojos durante la lectura.




La madre acostumbraba a revisar el kilometraje del auto cada día para asegurarse de que no se fuera a otra parte en las horas en que debía estar en la universidad.

La luz de la tarde hizo resplandecer las partículas suspendidas en el aire.

Mi abuela se había encargado de sacar a Elsa del monte cuando era jovencita, pero años de vida en la ciudad no habían podido sacar al monte de adentro de mi nana.

... imágenes del infierno sobre las que no pienso decir una sola palabra más. Lloraba todos los días. No podía leer, no podía escribir, apenas conseguía salir de la cama.

Si mi padre no llegaba a tener una muerte digna, entonces yo estaba condenada a vivir una vida miserable.

Todo le parecía sucio, ordinario, irreal. Se pasaba noches enteras mirando a su mujer y a sus hijos, que crecían con rapidez -los cinco dormían en el mismo cuarto-, y a veces se preguntaba qué hacían esos desconocidos en su casa. No sentía nada especial por ellos. Hubiera podido reemplazarlos y a él le habría dado lo mismo.

Y luego estaba la interminable conversación consigo mismo, la espantosa vocecita en su cabeza que le señalaba todo lo que había hecho mal.

Toda ella parecía fuera de lugar, como una actriz que se ha equivocado de rodaje.

El objetivo de dejar que el abrigo se pudriera era arrancar de sí misma la marca de pobre, para quien todo tiene una utilidad.

Cada uno de nosotros, a su manera, seguía orbitando la Tierra. Éramos satélites girando eternamente alrededor de lo perdido.



Nuestro mundo muerto
Liliana Colanzi
Editorial: Eterna Cadencia 

En los bordes de la ciencia ficción, lo fantástico y lo pesadillesco, los cuentos de Liliana Colanzi exploran, con una mirada alejada de todo exotismo, la idea de la muerte en las grietas del mestizaje, allí donde la idiosincrasia indígena y su historia de explotación chocan con la vida moderna y urbana. Surgen entonces la magia, la superstición, los fantasmas o lo sobrenatural para explicar o dar sentido a lo bueno y a lo malo, a la vida y a la muerte. 
Un libro intenso, feroz y complejo, en el que resuenan ecos de Sara Gallardo, Horacio Quiroga o Silvina Ocampo, escrito por una de las autoras bolivianas más destacadas de la nueva generación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Y tú qué opinas?