La otra tarde, en plena hora punta, se planta ante el mostrador de la biblioteca el señor Larry. Un tipo que se pasa el día ante su ordenador portátil, en webs de “¿Quiere ganar dinero jugando a juegos en Internet?”. Eso es lo que REALMENTE hace. Pero simula estar enfrascado, desde hace años, en la realización de la declaración fiscal.
Lo del señor Larry y la RENTA es como lo de La Jefa y la Memoria de la biblioteca, una historia interminable que les acapara y les anula para otras tareas.
-¿Puedes venir un momento? Necesito una ayuda con el ordenador. Es urgente.
Mientras reparto papeles reciclados a los nenes, vigilo a El Nuevo de reojo para que no me haga una petición de préstamo interbibliotecario queriendo hacer una reserva, le busco unos libros de oposiciones a una opositora que CREE que todo el temario que le han dado está en un sólo libro (inocente) y vigilo a una panda de firulais atosigando a una chica a las puertas de los baños, me digo a mí mismo que de urgente debe serlo poco. Me lo digo para no agobiarme más.
Cuando “tengo un momento” (es decir, cuando dejo de hacer otras cosas) y subo a ver al Señor Larry, éste dedica un buen rato a cerrar páginas y pestañas que se le han ido abriendo porque hace click a todo lo que se mueve en su pantalla. Cuando por fin logra dar con la pantalla correcta me dice:
-¿Hay manera de saber qué navegador he abierto?
Ya les digo ahora que era el Internet Explorer -aunque eso no importa-. Como no importa que ahora Windows haya renombrado al Internet Explorer con el simpático nombre de Edge (por cierto, Edge era un luchador de wrestling).
-¿Cómo dice? -pregunto yo para intentar acotar la consulta porque en la ventana del navegador no hay nada en absoluto. Está en la página de inicio, tal cual. Y no puedo entender qué tiene de urgente saber qué navegador es ese en particular.
-Este navegador -dice marcando la palabra en cursiva verbal, con lo que cree que es jerga de informático avanzado- que está abierto... cómo sé cuál es.
-¿Ha abierto un navegador y no sabe cuál es? ¿Cuántos navegadores tiene?
-No lo sé.
En la barra de herramientas del escritorio está el Explorer y el Chrome y -nunca deja de sorprenderme el señor Larry- el JDownlader, que no es un navegador, sino un gestor de descargas muy popular hará unos 10 años.
-Si pone el cursor encima del icono le sale el nombre -digo de forma didáctica, en lugar de ladrar “el Explorer” e irme a otra cosa, que es lo que quisiera hacer en verdad.
-¿Qué cursor? -pregunta él.
Dedico unos segundos a pensar cómo habrá ido a parar el JDownlader a ese ordenador.
-¿Y cómo se cierra esto? -pregunta ante mi silencio.
Cuando he llegado ha cerrado como 15 ventanas y ahora resulta que no sabe cómo cerrar esta, que es como todas las demás.
-Dele a la equis de la esquina de la ventana.
-Sí, ¿pero con el botón derecho o el botón izquierdo del ratón?
Nuestro amigo Edge
La relación de las personas mayores con la informática no siempre es fácil. Pero con constancia (y “fortalencia”) uno puede aprender, porque nunca es tarde para aprender.
En mi experiencia como “tipo que ayuda” he APRENDIDO que se puede clasificar a la gente mayor con su relación con las nuevas tecnologías en algunas tipologías:
Los que te dicen abiertamente: -Mira, yo esto no sé cómo va y si pudieras ayudarme…
Los que se quejan de cosas que NUNCA se deben a ellos mismos:
-Este ordenador no funciona.
-Este ratón va demasiado deprisa.
-En el ordenador de casa yo siempre entro en mi correo y NUNCA me ha pedido contraseña alguna.
Mis frases favoritas pero, son las que mezclan conceptos imposibles, que pretenden dar a entender que saben mucho y no les vas a pillar. Algunos ejemplos:
-No puedo escribir en el ‘pedefé’ porque el router de la biblioteca está desconfigurado.
o
-¿Cúal es la ‘ipé’ de la biblioteca? Lo necesito para entrar la WiFi de la biblioteca.
Y luego están esas personas que cuánto más las ayudas, más dependientes se vuelven. Y el señor Larry, quizás porque está sólo y abandonado por todos, es un caso de esos. Si uno se sentase a su lado y le explicase algo, terminaría teniendo que ayudarlo a levantarse de la silla.
Hay que mantener las distancias en esos casos porque corres el riesgo de acabar orbitando a su alrededor. Como ocurre con LaJefa.
Si uno ayuda a LaJefa a adjuntar un documento a un mail, está perdido. El siguiente paso es ayudarle a redactar el mail. Te pide que traigas una silla, que te sientes a su lado y le vayas dictando lo que tiene que escribir. Da igual si el mail es para algún regidor del Ayuntamiento, para algún jefecito de Gerencia de biblioteques o, el caso más extremo, cuando tuvo que mandar un mail a la Boss de la Biblio Tal, que se jubilaba.
¿Creen que el mail lo redactó ella? Son unos ilusos.
Y si le ayudas a redactar un mail, estás perdido. Porque el siguiente escalón en el descenso hacia la absoluta incompetencia, es subir a su despacho a LEERLE el mail.
Sé que no me creen.
Sé que creen que exagero.
Sé que piensan que es un chiste.
Ustedes no han recibido una llamada a media tarde de LaJefa diciendo:
-He recibido un mail de XXXX (No daré nombres, pero los de la nave nodriza de bibliotecas son los mensajes que más dificultades le traen) y no sé qué dice. ¿Puedes subir a leerlo? A ver si me puedes explicar qué pide.
Y cuando algún compa se rebota (por lo general yo) la respuesta imperativa de Lajefa es alguna excusa estilo:
-Es que tengo que hacer la Memoria y no puedo perder la tarde intentando saber qué quieren.
¡Qué malvados los jefecitos de Gerencia, siempre pidiendo cosas incomprensibles para LaJefa!¡Dejen trabajar en la Memoria, malvados!
En el otro extremo de la línea temporal, están los nenes. A los nenes haciendo deberes/trabajos con los ordenadores de la biblioteca también se les puede agrupar por tipologías:
El espabilado es aquél que la segunda vez que le haces un “copy&paste” con una foto, en lugar de mirar la pantalla, al techo o a su móvil, te mira los dedos sobre el teclado para aprender HOWTO.
Y en dos días lo tienes usando la combinación de teclas para poner la pantalla del revés y trollear a toda la sala.
O el vago. Aquel que dedica 50 minutos de su hora de ordenador a jugar en el FRIV. Y luego te llama muy apurado para un trabajo vital para el cole que tenía que entregar… ayer.
Por suerte, la transmisión de conocimientos entre la muchachada es más fluida que con los adultos.
Hay una chica en la sala infantil a la que llamaré S. Cuando S. está en un ordenador suele dar consejos (a su manera) a los neófitos a su alrededor:
Hay una chica en la sala infantil a la que llamaré S. Cuando S. está en un ordenador suele dar consejos (a su manera) a los neófitos a su alrededor:
-No te imprime porque no hay dinero. Te lo pone ahí, si es que eres tonto.
o
-Pues si lo quieres en color, dale allá, que pone color. Madremía si es que estás cegato perdido.
o
-El PIN es tu fecha de nacimiento. ¿Y yo cómo voy a saber cuándo naciste? ¿Crees que estaba ahí o qué?
Ojalá pudiera responder yo con su franqueza a los firulais y no recibir un superman punch.
Y me despido apuntando que el texto que han podido leer ustedes fue escrito mientras hacía las pruebas de rendimiento del programa de gestión de bibliotecas: El Serrucho.
¿Cuántos segundos transcurren desde que le das la orden de abrir y se abre?
A) de 1 a 5
B) de 5 a 10
C) más de 10
Yo: ¿Segundos dices?
._.
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