miércoles, 21 de febrero de 2024

La mujer del espía (2020)

De cuando Japón se volvió un poquito nazi



Hubo un tiempo que el afable Japón consideró que debía expandir sus dominios por el continente asiático y más allá.
Es un parte de la historia que se suele contar desde el lado vencedor. Pearl Harbour, los USA, las bombas atómicas...

¿Cómo era la vida cotidiana en ese Japón?


Yusaku es un empresario con cierto poder económico y gusto por lo occidental. Cuando sus colegas comerciantes extranjeros son detenidos y expulsados y acusados de espionaje, Yusaku no le da mayor importancia.
Cuando un antiguo compañero de clase, ahora un militar importante, le avisa de su estilo de vida poco tradicional, Yusaku sigue filmando películas amateur con su esposa y otro pariente y decide regalarse un viaje a Manchuria.


Lo que conoce allí le horroriza. Y decide tomar cartas en el asunto.
Su mujer, Satoko, empieza a sospechar de su marido, aunque sus sospechas son mucho más mundanas... ¿tiene una amante?

Satoku imagina un encuentro de su marido con la amante, un sueño propio de David Lynch


Yusaku, ciudadano cosmopolita del mundo antes que súbdito japonés, está empeñado en hacer justicia.
Satoku preferiría la felicidad (la felicidad de la ignorancia primero, y la de la mentira, luego).


Como el rodar películas con la familia para mostrarlas a los empleados y amigos, se vuelve luego -al final- en el recurso salvador para Satoku es uno de los detalles genialmente usados en el film.

Ese es uno de los giros argumentales que se van sucediendo, cada cual más rocambolesco...



Quizás la parte final, con la aparición de un médico amigo (que nunca antes hemos visto) y la salida de Satoku al mundo apocalíptico, sea incluso innecesaria.

Unas frases, ya en los créditos, nos cuenta qué ha sido de ellos.

De todos menos del joven pariente que pierde las uñas (ains) y que -vamos a ser claros con esto- Satoku SACRIFICA para salvarse ella y a su marido.



La mujer del espía (Spy no tsuma; 2020) dirigida por Kiyoshi Kurosawa.

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