Biopic del pintor francés Théodore Géricault, autor de La balsa de la Medusa
Jean-Louis André Théodore Géricault (1791-1824).
Huérfano de madre. De familia acomodada. Su padre su opone a su carrera como pintor. Es ayudado por su tío y su joven esposa (con la que Géricault tendrá un hijo).
Francia. Inicios del siglo XIX. La caída del Primer Imperio, deja a un lado los pintores de la épica napoleónica (como David).
Géricault, fascinado por una tragedia real: el naufragio de la fragata Medusa (1816) y las implicaciones políticas y morales del terrible hecho, decide pintar con gran dramatismo la agonía de los supervivientes.
La tragedia de la Méduse
El 2 de julio de 1816 la fragata de la marina francesa Méduse encalla en el Norte de África debido a la negligencia de su capitán, seleccionado a dedo para el cargo. Fabrican con gran urgencia una balsa en la que se agolpan 150 personas, mientras la Méduse se hunde. La balsa es, en inicio, arrastrada por las lanchas salvavidas del barco donde se refugia, entre otros, el capitán. Como la balsa y los supervivientes lastran las lanchas, se toma la terrible decisión de abandonarla a su suerte en el mar.
De las 150 personas de la balsa cuando son rescatados, 13 días después, solo han sobrevivido 15.
La tragedia de la balsa, perdida en el mar, incluyó asesinatos y canibalismo para poder sobrevivir. O eso dijeron los medios del momento.
El gobierno francés intentó tapar el terrible caso.
Géricault, en su obra La balsa de la Medusa, pinta con toda crudeza la locura y la desesperación vivida.
En su afán de plasmar la veracidad, Géricault, no solo contactará con alguno de los supervivientes sino que traerá cadáveres o trozos de cuerpos humanos (adquiridos en morgues) hasta su taller para pintar como más realidad la agonía y la putrefacción.
Obsesionado hasta caer enfermo Géricault asiste a la división de opiniones sobre su obra. Las facciones políticas se posicionan en un choque ideológico.
Géricault viajará hasta Londres donde su obra será más apreciada.
Allí ya muestra desinterés por todo excepto por otra de sus obsesiones: los caballos. De hecho, una fortuita caída de un caballo precipitará su final.
En sus últimos años Géricault trabaja en retratos de pacientes de un psiquiátrico. Plasmando de manera natural sus rostros y expresiones.
Muerte y legado de Géricault
Géricault fallece en enero de 1824, tras una larga agonía de su tuberculosis vertebral, agravada por la caída del caballo. Otras fuentes añaden a sus dolencia una enfermedad venérea.
Entre su legado queda la influencia en pintores coetáneos como Eugène Delacroix, quien pintará con gran dramatismo La libertad guiando al pueblo, inspirada en la revolución de 1830.
De todo esto se entera uno leyendo este manga.
Géricault, el manga
Toda la parte histórica resulta interesante, y seguro que más amena que un libro sobre historia del arte o una biografía al uso del pintor.
Como historia de ficción quedan flecos (porque en la vida real, no todos los inicios tiene su final). Alexandrine, la tía-amante, de Géricault y el hijo de ambos (Georges Hippolyte) se pierden en la narración y nunca volvemos a saber de ellos.
El propio Géricault, que según parece no era un tipo muy afable y social, es dibujado aquí con facciones duras, agresivas, antipáticas. Y por momentos, de locura. Su metamorfosis en caballo en la escena de sexo incestuosa daría a Freund mucho material.
Dicho de otro modo: Géricault no me simpatiza.
Eugène (Eugène Delacroix) parece mucho más simpático.
Por contra, esta simpatía en los secundarios los vuelve menos reales que el propio Géricault que parece el único personaje real, rodeado de invenciones.
La impresión que extraje yo es que el Géricault del manga pinta sobre un drama real (un true crimen que diríamos hoy) anhelando la fama. Una fama que se subraya cuando dice, por ejemplo: "el primer premio [en la exposición] no sería suficiente".
Al final pero obtuvo la grandeza en la inmortalidad.
Géricault
Takaho Nakahara (Guion y dibujo)
Tomo único