La historia habría sido espeluznante si ella hubiera recordado mejor, pues se trataba de una pareja de niños pequeños en un lugar alejado, a los que se les habían aparecido los espíritus de ciertos criados "malos", muertos mientras trabajaba en la casa, con el objetivo de "poseerlo".
¿Cómo no iba a ser encantador un trabajo que se presentaba lleno de cotidiana belleza?
Él quería acabar un libro y me había complacido fomentar un propósito tan laudable para un joven cuyo único defecto eran los ocasionales excesos de impaciencia.
Cuantas más vueltas le doy más cosas comprendo, y cuanto más cosas comprendo más miedo me da.
Usted no tiene mi terrible audacia mental...
Si me hubiera encontrando con un asesino en semejante lugar y a semejante hora, al menos hubiéramos hablado.
Yo era tan incapaz de afrontar la fealdad y lo penoso de todo aquello que me limitaba a darle largas y vivir al día.
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Yo había tenido hermanos y no era para mí ninguna revelación ver que las muchachitas jóvenes idolatran como esclavas a los niños. Lo que sobresalía por encima de todo era que hubiese en el mundo un muchacho capaz de sentir tan delicada consideración por una persona de edad, sexo e inteligencia inferiores.
Una de las formas de rendir un hombre homenaje a una mujer consiste en consagrarla a las sagradas leyes de su bienestar.
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Epílogo (por David Bromwich)
No se puede afirmar que alguien, salvo la institutriz, haya visto los fantasmas.
Yo: ¡Ahá! ¡Solo los ve ella!
El interés radica en si podemos o no confiar en las declaraciones de los niños de que no han tenido ningún contacto, y en si podemos o no confiar en la afirmación de la institutriz-narradora de que tanto Quint como la señorita Jessel mantienen la casa bajo su influjo maligno.
Una voz narradora en primera persona nos induce a pensar que lo que ve y lo que dice (o le dicen) es la VERDAD. Pero podría estar mintiendo o alterando la verdad...
En el capítulo 6 dice que en Bly, aparte de los niños (Miles y Flora), la señora Grose y ella misma había Media docena de criados y criadas... ¿Por qué nadie ve, ni oye, ni SE LES PREGUNTA JAMÁS nada?
Otra vuelta de tuerca nos trae a la mente otros relatos inquietantes como:
El joven Goodman Brown (1835) de Nathaniel Hawthorne
La guarida (1924) Franz Kafka
Un dato biográfico:
En 1876, Henry James viaja a París y conoce a Gustave Flaubert, Iván Turguénev, Edmond de Goncourt, Alphonse Daudet, Guy de Maupassant y Émile Zola.
¡Santa Papaya, qué año debió ser ese!
"La fe un hecho puede ayudar a crear el hecho"
William James (hermano del autor)
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