viernes, 10 de febrero de 2017

Josafat

Aprovechando la efeméride (@AnyBertrana) me decidí a leerme “Josafat”, la obra más conocida del autor más conocido de la desconocida población de Tordera.

Salen prostitutas.
(La bonita población de Tordera, que lleva el nombre del río que le moja los pies es conocida entre muchas otras cosas eruditas, culturales, agrícolas y mercantiles, por la numerosa presencia de locales de muchachas de moral distraída).


Prudencia Bertrana, en “Josafat”, no dice prostitutas nunca, sino “bagasses”, un ejemplo del rico léxico que pueblan esta novelita (por breve) del autor de Tordera.

“Josafat” me recordó al “Nuestra Señora de París” de Victor Hugo (obra más conocida por su personaje principal, Cuasimodo: el jorobado de Notre Dame). Josafat no es jorobado, pero también es campanero y vive aislado y recluido de la sociedad. Y también se enamora, y también siente la lujuria y la pasión.
Tanta lujuria que la obra debió de escandalizar en la época. Leo en los textos que complementan la obra, que en la primera versión, Josafat era sacerdote…
Pero tras el Marques de Sade nada puede ser llamado lujurioso sin quedar a años luz.


Encontré en el Archivo de RTVE (uno de los mejores lugares donde perderse) una adaptación televisiva realizada en 1976. Dirigida por Mercè Vilaret y adaptada por Josep Mª Benet i Jornet y con el cantautor y actor Ovidi Montllor haciendo de Josafat. Ovidi pone la misma cara retraída y temerosa que ya usaba en la sórdida y ancestral “Furtivos” (Jose Luis Borau, 1975). 

 Àngels Moll es "Fineta" y Ovidi Montllor es "Josafat"

El Josafat de Bertrana pero, era o así me lo imaginé yo, un tiparraco grandote y bestial, capaz de hacer humedecer las ganas de pasión de una “bagassa” y Ovidi es un mequetrefe pequeño y poco probable que pudiera sacudir las campanas y menos aún a una chica de moral distraída como la que le persigue.
La pobreza de medios de la adaptación es tal que en lugar “película” habría que definirla como obra de teatro filmada. Y como estamos en 1976 cuando se rueda, olvídense ustedes de orgías en el campanario y desnudos por las escaleras (detalles lujuriosos que sí leemos en “Josafat”).


Este año que estamos de efemérides de Prudenci (y de su hija también escritora: Aurora Bertrana) es un buen momento para leer “Josafat”.

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