Aprovechando la efeméride (@AnyBertrana) me decidí a
leerme “Josafat”, la obra más conocida del autor más conocido de la desconocida
población de Tordera.
Salen prostitutas.
(La bonita población de Tordera, que lleva el nombre del
río que le moja los pies es conocida entre muchas otras cosas eruditas,
culturales, agrícolas y mercantiles, por la numerosa presencia de locales de
muchachas de moral distraída).
Prudencia Bertrana, en “Josafat”, no dice prostitutas
nunca, sino “bagasses”, un ejemplo del rico léxico que pueblan esta novelita
(por breve) del autor de Tordera.
“Josafat” me recordó al “Nuestra Señora de París” de Victor
Hugo (obra más conocida por su personaje principal, Cuasimodo: el jorobado de
Notre Dame). Josafat no es jorobado, pero también es campanero y vive aislado y
recluido de la sociedad. Y también se enamora, y también siente la lujuria y la
pasión.
Tanta lujuria que la obra debió de escandalizar en la
época. Leo en los textos que complementan la obra, que en la primera versión, Josafat
era sacerdote…
Pero tras el Marques de Sade nada puede ser llamado
lujurioso sin quedar a años luz.
Encontré en el Archivo de RTVE (uno de los mejores lugares
donde perderse) una adaptación televisiva realizada en 1976. Dirigida por Mercè
Vilaret y adaptada por Josep Mª Benet i Jornet y con el cantautor y actor Ovidi
Montllor haciendo de Josafat. Ovidi pone la misma cara retraída y temerosa que
ya usaba en la sórdida y ancestral “Furtivos” (Jose Luis Borau, 1975).
Àngels Moll es "Fineta" y Ovidi Montllor es "Josafat"
El Josafat de Bertrana pero, era o así me lo imaginé yo,
un tiparraco grandote y bestial, capaz de hacer humedecer las ganas de pasión
de una “bagassa” y Ovidi es un mequetrefe pequeño y poco probable que pudiera
sacudir las campanas y menos aún a una chica de moral distraída como la que le
persigue.
La pobreza de medios de la adaptación es tal que en lugar
“película” habría que definirla como obra de teatro filmada. Y como estamos en
1976 cuando se rueda, olvídense ustedes de orgías en el campanario y desnudos
por las escaleras (detalles lujuriosos que sí leemos en “Josafat”).
Este año que estamos de efemérides de Prudenci (y de su
hija también escritora: Aurora Bertrana) es un buen momento para leer “Josafat”.
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