Los males del poder atómico
Mar de Japón. Un barco desaparece. Y los barcos de rescate sucesivos que mandan al lugar, también desaparecen. Las autoridades se ponen en alerta pero los lugareños de la isla más cercana ya han expresado su veredicto: la explicación es el legendario (y mitológico) monstruo Godzilla.
Mandan una expedición multidisciplinar de científicos a la isla. Encuentran rastros de radiación y un trilobite (ser vivo extinguido hace miles de años). Y luego, subiendo la cuesta de la cima de la isla, ven que por allá asoma la cabeza de una bestia antediluviana: el dinosaurio Godzilla.
El actor Takashi Shimura (una leyenda en el cine de Kurosawa), interpreta a una eminencia en paleontología.
El tipo da una conferencia (con el powerpoint de la época) y apela a estudiar a Godzilla. Pero jamás concreta cómo se puede hacer eso. Y en verdad, él tampoco hace mucho. Aparte de quedarse quieto con la mirada perdida.
Lo que sí se pone en marcha es una carrera armamentística para matar al monstruo. Pero nada le afecta. Y lo que es peor, el bicho se cabrea y sale de noche por la ciudad.
Y como un guiri borracho mas, destroza todo y se larga sin pagar nada. Grita, nadie le comprende y tiene un aliento que te deja frito.
Por suerte para el mundo un científico solitario, con un parche en el ojo, ha creado por azar un producto que elimina el oxigeno del agua. Como el tipo teme que usen su invento como arma, lo mantiene en secreto. Pero un día se lo cuenta a la chica. Ella promete guardar el secreto pero termina por contárselo a su novio. También el tipo del parche dice que destruirá todo para que no lo usen jamás (pero tampoco lo hace).
Así que el tipo del parche y el prometido de la chica se meten en unos trajes de buzo y bajan al fondo del mar para activar el dispositivo que suelta el producto. El científico se sacrifica por todos y Godzilla muere.
El prometido de la chica y la chica acaban abrazados. Pero es una relación condenada al fracaso ya que el tipo se ha opuesto a la voluntad de su suegro: que no quería matar al monstruo.
Viendo cómo va el mundo y la cantidad de secuelas, reboots, remakes y crossovers que ha tenido la película y las múltiples sagas derivadas, está claro que su deseo no se cumplió. Al menos a Takashi Shimura que también sale en alguna secuela y remake, no le faltó trabajo.
Godzilla tiene el valor de ser uno de los puntales del kaiju-eiga, cine de monstruos. Los kaiju serian criaturas monstruosas y gigantescas. Una megafauna que ataca, o defiende, nuestro mundo (depende la película) de otros seres igual de grandes y poderosos.
El antecedente más famoso del cine no japonés seria King Kong. Y en el cine japonés el número uno seria Godzilla. Otros monstruos "compañeros de reparto" o "rivales de producción" en otras películas son la polilla gigante Mothra, el dragón de tres cabezas King Ghidora y mi favorita: la tortuga voladora Gamera.
Si nos ponemos 100tíficos, Godzilla se trataría de una especie de dinosaurio (combinación de varios tipos de dinosaurios) revivido o despertado por la radiación de las bombas atómicas.
El pavor atómico en Japón era bien real y la película subraya ese temor en dos líneas argumentales. La primera: Godzilla, que ha surgido por culpa de las bombas. Y la segunda el científico del parche en el ojo, descubridor de un horrible elemento que podría ser usado como arma. Y que al final será usado como arma contra Godzilla.
Esta película tiene tanto de entrañable que uno decide ignorar todos los aspectos de la producción que chirrían:
Las incoherencias argumentales, las contradicciones del guion y, claro está, los efectos especiales. En su día la producción fue bien esforzada y costosa (solo en las maquetas manufacturadas de ciudades y trenes que iban a ser destrozadas se les fue buen parte del presupuesto). Y el Godzilla apenas tiene movilidad y cuando pisa con fuerza el suelo, la pata de goma rebota en lugar de hundirse. Pero es difícil no tenerle cariño a este pobre monstruo al que han despertado de su sueño submarino y al que no dejan tranquilo. Cuando lo único que Godzilla quiere es seguir con su siesta milenaria.
Con su carisma Godzilla ha alcanzado la cima. Más allá de convertirse en una franquicia, que también, ha logrado el estatus de formar parte, no solo de la historia del cine, sino de la cultura japonesa.
Y para ello hay que ser muy grande (en el caso de Godzilla, unos 50 metros).
Godzilla. Japón bajo el terror del monstruo (Gojira; 1954) dirigida por Ishirô Honda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Y tú qué opinas?