Un samurái, con gafas, corre por un bosque sujetando fuertemente la funda vacía de su katana. Una niña pequeña corre detrás de él.
Luego, tres caza recompensas le asesinarán. Uno detrás de otro. Pero el hombre sobrevive siempre gracias a unos cataplasmas de unas hierbas curativas.
Esta introducción ya basta para ver que esta historia va por la senda del absurdo, y comedia y drama quedan supeditadas al sinsentido general.
El samurái es atrapado y llevado delante un señor feudal que, como es tradición allí, le impone la prueba de los 30 días. Dispone de 30 intentos, uno al día, para lograr que el hijo del señor feudal se ría. El niño, apenado por la muerte de su madre, vive en una apatía malsana. Si el samurái no logra el objetivo será obligado a realizar el suicidio ritual, el seppuku.
A partir de aquí, una inefable sucesión de gags y números cómicos, o pretendidamente cómicos, del samurái patoso ante un niño con una cara tan inexpresiva como la de Buster Keaton.
Y es que la película tiene mucho de clown y de slapstick. Ese humor físico de caída y de porrazo. A lo Takeshi's Castle, lo que en España llamaron "Humor amarillo".
Los intentos de hacer reír al niño van desde la tontería más básica, como bailar con una cara pintada en la barriga...
... a la más elaborada caída con complicadas maquinas de madera, como ese caballo mecánico.
Cuando el tipo va fracasando y quedándose sin ideas, los propios guardias, ya implicados en la misión, le propondrán las suyas.
Tan absurdas todas que más que risa, provocan empatía por ese pobre señor abocado a su terrible destino. Lo mismo ocurre a los ciudadanos y al propio señor feudal que intentará revocar la pena de muerte.
El final pero, corta con el humor absurdo visto hasta el momento, para recrear el célebre seppuku del film de Kobayashi o, su remake "Muerte de un samurái" ya comentado aquí.
Un apunte humorístico final es convertir la carta de despedida para su hija en una desaforada canción.
Y en la coda, el pequeño señor feudal, ya sonriente, ha encontrado una amiga en la hija huérfana del samurái.
Solo alguien proveniente del mundo del clown y la comedia como el creador de esta película, Hitoshi Matsumoto, podía embarcarse en semejante proyecto y salir airoso.
La sucesión de gags, cada uno más absurdo que el anterior, son apoyados por el sin sentido de la leyenda en general y por el aporte cómico de otros muchos personajes.
Los tres caza recompensas, son caricaturas.
La pareja de guardianes, son ese clásico combo de payasos, el serio y el más patoso. Y en un humor mucho más refinado, tenemos al señor feudal comiendo caramelos.
Aunque mi personaje favorito es el funcionario que se limita a gritar "Te sentencio a cometer seppuku" a cada intento fallido del protagonista.
Scabbard Samurai (Saya Zamurai; 2010) dirigida por Hitoshi Matsumoto.
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