sábado, 15 de julio de 2017

Betty



Se hallaba entre personas, pero la existencia de éstas no era más real de lo que había sido por la tarde, cuando caminaba por las calles. La gente pasaba y pasaba. Algunos lo rozaban, a veces la empujaban, y ni uno solo se había dado cuenta de que también ella era una persona, un ser vivo.

En este momento considero que mi vida se ha terminado y que ya no existo.

Hace años que bebo a escondidas, y bebo porque ya no podría vivir sin eso, porque soy incapaz de ser como ellos y porque, en el fondo, no me gustaría serlo.

Parecía ignorar que, a su alrededor, millones de personas vivían empujándose, dándose codazos, y en la calle lo rodeaba un halo de soledad.


Le entraron ganas de gritar para que se detuviesen, para que dejasen de ser felices.

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