miércoles, 24 de mayo de 2017

Top chef 4

No estoy contento con la ganadora de esta temporada de Top Chef.
Sí lo estuve el año anterior con Marcel y hace 2, con David. (La primera no la vi, sepan disculpar).
Vaya por delante que yo de cocina no tengo ni idea. Y que los concursos de talentos no me interesan: Top Chef sí, porque los participantes no son cocinillas sino profesionales, propietarios y chefs de sus propios restaurantes. Gente seria (en teoría).
Pero como esto es (también y sobre todo)  un espectáculo televisivo, hay que sazonar con algún que otro participante especial, un “free-style-cooking”, para que haya “drama”. Cada temporada tiene los suyos, esos creativos explosivos. Pero en temporadas anteriores solían caer eliminados antes de la fase final. A partir de ahí, la cosa se volvía más respetuosa. Había una camaradería de “y que gane el mejor”.


Este año, el griterío entre Melissa y Rakel provocaba vergüenza ajena.

Melissa fue expulsada pero volvió en una repesca y volvió -en lenguaje de wrestling- haciendo un turn heel sobre su mejor amiga y casi hermana que era Rakel. Best friends better enemies
Rakel, la ganadora, es todo un personaje: primero parecía un Joaquín Reyes disfrazado, luego vimos que se estresaba con suma facilidad, luego el programa raspó un poquito sobre su família y comprendimos (al menos yo) un poco mejor, esa inseguridad que parece tener y luego llegó el día que pegó un puñetazo al tablero del juego e hizo algo que no había visto nunca antes: con el brazalete de inmunidad, agrupó a los rivales más fuertes en su equipo y fue A PERDER deliberadamente una prueba para así “salvar” a sus amigos.
Es una estrategia, pero es muy feo.

También el finalista, Víctor, ha sido un buen estratega (la manipulación para elegir pinches en la final fue épica) y tuvo su momento ego cuando tras ganar una inmunidad soltó: “yo soy diestro pero hasta ahora he estado cocinado con la izquierda” O_O

Montoro era el favorito desde el minuto uno. Y desde el arranque, la etiqueta de “chef privado” le pego cierta aureola repelente, pero prueba tras prueba demostró que era bueno en los fogones. Su enfrentamiento con Víctor por una plaza en la final la resumió con ingenio:
“-Esto es un Barça - Madrid en semifinales”.

Montoro hubiera sido mi ganador. También me hubiera alegrado una victoria de Richard o de Manu. Pero ganó Rakel. Quizás porque tras dos ganadores chicos, volvía a tocar una ganadora chica o quizás porque platos aparte, la suya era la historia del underdog: alguien sin posibilidades que va pasando a trompicones se planta en la final y oh, gana. Pero para ser un verdadero underdog hay que ir con el público detrás. Son los fans los que quieren que David gane a Goliat y aunque Rakel tiene sus fans (cualquiera que salga por la tele tiene su fans, incluso el tipo del tiempo), creo que este año Top Chef no ha coronado al mejor. Aunque como esto se trata, en teoría, de cocina y yo no he probado ni un plato de los participantes, me callo.



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