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domingo, 22 de junio de 2025

El bárbaro y la geisha (1958)


John Wayne interpreta a Townsend Harris, el comerciante y diplomático que fue enviado a Japón en 1856 como cónsul general de Estados Unidos. Y que en 1858 firmó el Tratado de Amistad y Comercio (luego llamado Tratado Harris).

Éste es el periodo histórico real que abarca la película.

Y ahora, un poco de aburrida historia:
Desde 1639 Japón era gobernado por el shogunato Tokugawa. El shogunato fue el sistema de gobierno feudal que tenía Japón desde el siglo XII. Y que perduró hasta 1868 cuando, tras la guerra Boshin, se estableció la llamada Restauración Meiji

En un clima político de cierto descontento con el shogunato Tokugawa (que llevaba en el poder más de 200 años), llegó a las costas japonesas, un buen día de 1853, el barco del Matthew Perry (el Chandler de Friends, no). 
El oficial naval Perry llegó con el objetivo de romper el aislamiento que mantenía Japón con el extranjero. El llamado sakoku, en vigor desde el siglo XVII, y cuyos objetivos eran evitar las influencias perniciosas de los extranjeros, frenar la propagación del cristianismo y proteger la cultura y tradiciones japonesas de las tóxicas influencias del resto del mundo.

Matthew Perry logró firmar el Tratado de Kanagawa, por el cual se establecían relaciones diplomáticas. Japón se comprometió a abrir algunos puertos al comercio, a salvaguardar los derechos de los ciudadanos de Estados Unidos que vivieran en las islas y a dar asistencia a los náufragos (hasta ese momento, un náufrago extranjero que llegase a las playas japonesas era ejecutado... por si acaso).
Ese detalle del asesinato de náufragos se menciona en la película y a ese tratado de Kanagawa anda apelando John Wayne durante buena parte del film. El objetivo del cónsul de Estados Unidos en Japón, nuestro John Wayne, era fortalecer y ampliar esas relaciones diplomáticas y lograr reunirse directamente con el shogún.
El señor feudal de la ciudad costera de Shimoda (uno de los puertos que Japón se comprometió a abrir al mundo) intenta contener a John Wayne, dándole largas burocráticas para la entrevista con el shogún y le manda una geisha para espiarlo y entretenerlo.

El gigantón John Wayne mantendrá un postura de exquisita educación con la geisha, que terminará por enamorarse del americano. Y eso que el gigantón Wayne anda dándose golpes con los techos de la casa. Lo que provoca risotadas en los niños...

Un barco en cuarentena por cólera se acercará a Shimoda y algunos marineros enfermos desembarcaran por su cuenta. Esto provocará una epidemia en la ciudad que los japoneses intentan contener con plegarias místicas y John Wayne con métodos médicos más modernos (aunque nunca vemos realmente qué hace). Para acabar con el cólera, John Wayne decide pegarle fuego al pueblo.

Obviamente le encierran y están a punto de meterlo en un barco y mandarlo de nuevo para su casa cuando la epidemia de cólera se detiene y entonces todo el pueblo se arrodilla para agradecerle al extranjero americano que les haya salvado. 
Por fin, el líder local facilita el viaje hasta la capital, Edo (antiguo nombre de Tokio).

El cónsul le trae al joven shogún una silla, un catalejo y unas botellas de whisky. 
Los viejos y sabios señores feudales de clan Tokugawa deben decidir si aceptan el tratado con Estados Unidos o no. La votación, que es a abanico abierto, es muy reñida, pero terminan aceptándola.

Entonces el líder local, metido a ninja por una noche, le pide a la geisha que le marque la puerta donde duerme el extranjero para entrar y matarlo mientras duerme. La geisha marca la puerta de su propia estancia, para sacrificarse. El ninja se acobarda, la geisha huye de la casa y Japón se abrirá al mundo.


Y ahora, un poco más de aburrida historia:
Diez años después del Tratado Harris, inicia el conflicto civil de la guerra Boshin que supuso el fin del shogunato y el inicio de la Restauración Meiji
El poder del imperio volvió al Emperador. Se abolió el feudalismo, se promovió la industria, se modernizó la agricultura, y se estableció la Constitución Meiji (1889). Y se abolió la clase samurái.


En la película no veremos ni samuráis, ni signos del honorable código Bushido más allá de palabrería hueca. 
Lo que sí vemos son otros aspectos no demasiado positivos:
El señor feudal de Shimoda, que por cierto habla inglés y nunca se nos explica porqué, intentará cobardemente asesinar a John Wayne mientras duerme. Al fallar, ni siquiera lo intenta cuando le tiene enfrente. Al contrario, el tipo huye al jardín, para suicidarse a toda prisa.

Que el shogún sea un pre adolescente que no sabe cómo sentarse en una silla y que los pueblerinos huyan arrojándose al mar con la llegada del extranjero,  contribuye a la imagen de pobres japoneses infantiles que deben ser tutorizados por los benevolentes Estados Unidos. 
Ese tono paternalista que tan bien recrea la película es el mismo que el gobierno americano puso en los Tratados con Japón. Nunca fueron de igual a igual esas negociaciones, sino que se pactaron con los cañones de los barcos americanos apuntado hacia la islas.

El bárbaro y la geisha, junto a otras películas de los años 50 ambientadas en Japón, forman parte de un intento de Hollywood de "embellecer" las relaciones entre los dos países. Recordemos que, tras la Segunda Guerra mundial, hubo una ocupación de territorio japonés por parte de los Estados Unidos (1945-1952).




El bárbaro y la geisha (The Barbarian and the Geisha; 1958) dirigida por John Huston. 
La escena del cónsul llevando una ofrenda de whisky al shogún debió ser la primera en filmarse, dada la legendaria afición al alcohol que tenía el director y parte del equipo.

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